viernes, 4 de septiembre de 2009

Izquierda cristiana, el che, el consejismo y tu hermana

Hace ya unos minutos atrás, comenzó un nuevo día. Es 4 de septiembre -39 años atràs alguien se recuerda que pasó?-, estoy cercano a terminar mi tesis, después de haberme tomado el quinto café del día, decidí reflexionar y pensar en un acontecimiento que hace poco se me vino a la cabeza.

Me recuerdo que hace algunos años atrás, un poco menos de 10 participaba en la Izquierda Cristiana (IC) de Punta Arenas. Por aquella época me separé después de que oportunistamente decidieron apoyar a Lagos. Como se puede ver en la imagen que incluyo. No miento. Más siempre me ha llamado la atención de ésa manía que tiene la izquierda extraparlamentaria de apoyar a la concertación; y después tener que soportarlos en las marchas quejándose del sistema neoliberal. Me parce risible, ya vamos por la tercera que pasa aquello.

Por otro lado, me recuerdo bien poco de lo que nos decían en la IC. Para mi hermano, en esos años, la IC y el PS eran casi igual...si hasta marchaban juntos, y aún lo hacen. Recuerdo cosas así, en otros tiempos. Quizás más fríos, más helados, y con más oportunidades que hoy. De ése mal sabor de boca, y después de quitar el póster de Camilo Torres; al que cambié por el Che, para después cambiarlo por los pensadores consejistas y su autonomia proletaria, que hoy por hoy parece tener las manos menos manchadas, aunque hay algunos por ahí un poco extraños, ya me referiré a ellos en su momento… por mientras finalizo de terminar de hacerme un sexto café…

a por cierto, no sé si les parece conocido el tono de éstas declaraciones; ya me recordé que algo había visto en esos tiempos:

http://www.geocities.com/CapitolHill/4272/

¿POR QUÉ LA IZQUIERDA CRISTIANA ESTÁ CON LAGOS?

Carlos Donoso
Presidente IC

Ante todo, conviene recordar que la posición adoptada por la Izquierda Cristiana ante la elección presidencial realizada en diciembre pasado consistió, básicamente, en no participar en el proceso electoral. Vale decir, no apoyó a ninguno de los candidatos.

Manifestó entonces la IC que su participación en los procesos electorales sólo tenía sentido si éstos contribuían a fortalecer la demanda central del cambio constitucional y la prefiguración de una auténtica alternativa de construcción de una nueva sociedad. Y esto no estaba ocurriendo en esa elección.

En efecto, no se había logrado un acuerdo entre los sectores alternativos al sistema neoliberal.
En cambio, la forma poco participativa en que se habían gestado las diversas candidaturas contrapuestas al neoliberalismo no facilitaba el avance en lo que la IC creía (y sigue creyendo por cierto) indispensable: “construir un amplio movimiento capaz de sustituir el actual modelo económico”.

La IC anticipó, además, que la “amplia participación con que contó el proceso de las primarias de la Concertación y el mayoritario apoyo obtenido allí por Ricardo Lagos” habían “debilitado las posibilidades de adhesión popular a las candidaturas alternativas” y que estas candidaturas no serían “capaces, en su conjunto, de representar un avance en la perspectiva de construir una verdadera alternativa al modelo imperante”. (Declaración del 1 de agosto de 1999)

Pues bien, el resultado de la elección presidencial realizada el domingo 12 recién pasado, aparte de confirmar los pronósticos de la IC en el sentido señalado, creó un nuevo escenario electoral y político.

La alta votación alcanzada por Lavín es una indicación clara de que existe una probabilidad real de que la derecha, mediante una victoria electoral, retorne al gobierno de nuestro país y que pueda sumar así, otra vez, este importante centro de poder a sus ya históricos y abundantes recursos económicos, culturales, políticos y militares, mediante los cuales ha realizado todo tipo de atentados a los derechos humanos y ha impuesto un modelo económico que perjudica a la mayoría de la población, aunque muchos lamentablemente no lo vean.

No cabe duda que todo ello representa un nuevo hito en el proceso de derechización que se ha estado dando en nuestro país y un nuevo retroceso de los sectores de izquierda y alternativos al neoliberalismo.

Por otra parte, la baja votación obtenida por los candidatos Gladys Marín, Tomás Hirsch y Sara Larraín pone de manifiesto, una vez más, que los sectores de izquierda o alternativos no tendrán posibilidades de constituir un poder real en la sociedad si, como la IC lo ha dicho reiteradamente, se mantienen dispersos, si no logran articularse en un amplio movimiento político, si no mejoran sus métodos y sus formas de relacionarse con la gente.

La Concertación, por su parte, corre el peligro de ser derrotada a consecuencia, entre otras cosas, de los errores cometidos en la conducción más bien tecnocrática del gobierno, de la política de concesiones frente a las posiciones de derecha y de la falta de decisión para romper con el modelo de sociedad heredado de la dictadura.

Ante la segunda vuelta de la elección presidencial que se avecina, en la que se enfrentan sólo dos candidatos –el representante derechista y el de la Concertación- lo que interesa es, pues, derrotar a la derecha, impedir que retorne al gobierno y evitar así que consolide aún más su predominio antidemocrático y antipopular. Esto significa, por otra parte, buscar la mantención de condiciones más favorables, al menos, para continuar abriendo caminos hacia una mayor democratización de nuestra sociedad.

Bajo esa perspectiva, para las fuerzas de izquierda y alternativas al neoliberalismo, a las cuales la IC pertenece, resulta razonable y necesario apoyar la candidatura de Ricardo Lagos, pese a las diferencias que con él existen y considerando el carácter básicamente democrático de los sectores que representa.

Dicho apoyo se expresa con plena autonomía y pensando en que lo importante, más allá de esta elección, es crear mejores condiciones para reconstruir, con un pueblo desengañado de las ilusiones y las promesas populistas de sus mayores opresores, la lucha por lograr, conforme a los valores e ideales cristianos y humanistas de siempre, que todas las personas puedan, apartándose de las tendencias egoístas y competitivas que el liberalismo fomenta, desarrollar una vida comunitaria, digna y trascendente.

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