miércoles, 27 de abril de 2011

[Texto] Más allá del sentido común, pero no sin él

Ricardo Fuego de CICA http://cai.xtreemhost.com/index.html


Quienes queremos cambiar el mundo estamos familiarizados con una batalla que supuestamente viene de hace mucho: la que existe entre los reformistas (que se llaman a sí mismos "realistas") y los revolucionaristas (que se llaman a sí mismos "revolucionarios").

En el entorno anticapitalista es de conocimiento común la crítica revolucionaria al reformismo. El reformismo piensa que todos los problemas sociales únicamente necesitan de reformas aplicadas sobre el actual sistema. Por lo tanto, no es necesaria ninguna revolución social que transforme radicalmente las relaciones sociales y con la naturaleza, pues todo ello puede evitarse con el plan de reformas adecuado llevado adelante por la gente adecuada.

Lo que no es tan conocido en el entorno anticapitalista es la crítica hecha hacia el revolucionarismo. "En vez de hacer cosas aquí y ahora se la pasan haciendo propaganda de las bondades de la sociedad futura, se la pasan debatiendo entre convencidos aislados de los procesos populares, y se pelean por punto y coma." ¿Y saben que? A pesar de que esas críticas suelen hacerlas de manera demagógica y para acallar cuestiones que ellos no quieren debatir, la verdad es que no están muy errados.

Realmente, ¿hasta cuando se puede seguir recurriendo a "la estupidez de las masas" o su actitud "borrega" y "burguesa" para explicar la situación no sólo de ínfima minoría sino de aislamiento por parte de los anticapitalistas? Esas "explicaciones" anteriores son más bien expresión de impotencia que de una actividad teórica seria (actividad que tiene que ser motivada por algo más que odio y rechazo a la sociedad actual).

Los explotados son seres humanos que toman elecciones racionales. Los más pobres entre ellos todos los días se ven forzados a pensar en cómo hacer para comer, y para tener un mínimo de éxito en ese objetivo por fuerza tienen que tomar decisiones prácticas coherentes con una estrategia de supervivencia. Podrá cuestionarse esa estrategia de supervivencia, podrá también cuestionarse que muchas elecciones puntuales dentro de esa estrategia se basan en datos erróneos o incompletos, pero hay que reconocer la racionalidad en esas decisiones, porque sino no se entiende nada.

Si las propuestas que los explotados que luchan reciben de los sectores "revolucionarios" no les convencen y prefieren las ofrecidas por sectores reformistas, no es por estupidez, es porque esas propuestas son más cercanas a sus necesidades reales (y su conciencia sobre ellas). Es porque esas propuestas, irracionales a largo plazo, son más racionales a corto plazo.

Todo esto el "revolucionario medio" no lo piensa. ¿Por qué? Porque está demasiado ocupado en competir contra "el reformismo" o contra otras sectas "revolucionarias" en vez de comprender los procesos sociales y buscar la ocasión para intervenir con un máximo de eficacia. Por eso la realidad histórica le pasa por el costado, salvo cuando hay alguna insurrección digna de su análisis (y ahí tiene la oportunidad de llegar a la misma conclusión de siempre sobre "la necesidad de que toda insurrección se extienda y se profundice para convertirse en la verdadera y única revolución que termine con el capitalismo" y patatín y patatán).

Yo creo que la confusión arranca cuando las personas que por h o por b llegan a las ideas revolucionarias las toman como principio para la acción "revolucionaria" posterior, y se olvidan del proceso vivencial por el que ellas mismas pasaron para llegar a esas ideas.

La historia de las ideas revolucionarias indica que estas fueron el resultado, y no el comienzo, de procesos históricos revolucionarios. Similarmente, cada persona que llega a adoptar las ideas revolucionarias anteriormente vivió un proceso personal que le llevó a un salto cualitativo en su crítica de la realidad social.

Sin embargo, una vez "convertido" a las nuevas ideas, el "revolucionario" se olvida de las circunstancias históricas y personales especiales que favorecieron que él llegara a conclusiones revolucionarias sobre la sociedad, y termina asignándole todo el mérito de su salto cualitativo a la coherencia lógica de las ideas revolucionarias y especialmente de algunos textos y autores. En este mito sobre el poder racional de las ideas revolucionarias se basa el afán por "difundir la Idea".

En vez de ponerse en la piel y en la cabeza de los demás, y ver cómo puede ayudar a las personas de carne y hueso, desde su nivel de conciencia real, a llevar adelante su propio proceso, pretende que las ideas revolucionarias reemplacen a las ideas que tiene la gente. Exactamente lo mismo pasa con los métodos de lucha: se pretende que la gente reemplace métodos "reformistas" por "revolucionarios", formas de organización "jerárquicas" por "horizontales", actitudes "autoritarias" por "libertarias", simplemente a base de repetir las bondades de las segundas y los males de las primeras.

Como una praxis cimentada en estas ideas está destinada a fracasar miserablemente, el círculo se cierra con la convicción (ahora "comprobada en la práctica") de la estupidez y poca conciencia de las masas, que no fueron capaceas de elevarse al nivel de los revolucionarios. La persistencia en este fracaso lleva a tres salidas desesperadas: el sectarismo, el oportunismo o el abandono (y retroceso).

¿Hay salida a esta trampa? Sí la hay, pero hay que estar dispuesto a pagar el precio. Significa abandonar la seguridad psicológica que da la dependencia en doctrinas e ideologías. Significa tomar dolorosa conciencia de la miseria no sólo intelectual sino práctica del "ambiente revolucionario".

Pero es mucho más lo que se gana. Se gana autonomía mental (pensar por uno mismo), se gana el ver las posibilidades que hay de participar en procesos de cambio social efectivo que antes despreciábamos o no podíamos ver, se gana el conocer a buena gente dentro de estos procesos que, si le falta acervo crítico y claridad sobre lo que hay que destruir para que lo nuevo aflore, le sobra voluntad de crear y de construir. Gente cuya motivación no es el rechazo a lo actual sino la aspiración a algo superior.
La cuestión es, ¿vos estás listo?


martes, 19 de abril de 2011

Bicentenario de Ned Ludd: Recordando a los destructores de máquinas



ver tb:  (Ensayo) Los destructores de Maquinas. x Christian Ferrer


x Cristobal Cornejo para http://www.el-radical-libre.blogspot.com/



La noche del 12 de abril de 1811, 350 hombres, mujeres y niños atacaron una fábrica de hilados en Nottinghamshire, destruyendo los grandes telares a mazazos y quemando el lugar. 60 telares fueron destrozados esa misma noche en otros pueblos cercanos. El sabotaje rápidamente se extendió hacia Derby, Lancashire y York, corazón de la Revolución Industrial inglesa de principios del siglo XIX, dando vida a una de las más míticas historias de acción directa contra el capitalismo: El luddismo.
La fábrica quemada esa primera noche luddita pertenecía a William Cartwright, fabricante de hilados de mala calidad, pero producidos en maquinaria de última tecnología.
El movimiento se extendió por una década, con enorme intensidad los primeros cinco años. Con posterioridad a esa fecha, lo cuantitativo dio paso a la progresiva maduración de una conciencia revolucionaria en los ludditas que aún se manifestaban.
El movimiento no sólo involucró a obreros textiles: Agrícolas, mineros, molineros y otros coincidieron en las acciones destructivas. De acuerdo a Thompson “la simple violencia revolucionaria rara vez ha estado tan extendida en la historia inglesa”.
Según John y Paula Zerzan, el movimiento extrajo su nombre del joven Ned Ludd, quien prefirió destrozar el telar a martillazos antes que producir las miserables prendas que le solicitaban. Sin embargo, el investigador argentino Christian Ferrer afirma que Ned Ludd no existió, sino sólo fue un nombre, como tantos otros que se utilizaron para firmar reivindicaciones: Señor Pistola, Señorita Ludd, Pedro Felpa, General Justicia, Sin Rey, Rey Ludd, o Joe el Incendiario (todos, originalmente en inglés).
Sea como sea, el luddismo se extendió como la peste negra por varias zonas de Inglaterra, lo que significó que en 1812 se dictaran leyes que llevaban a la horca a quien destruyese una máquina.
Controlar los instrumentos de producción o destruirlos; esta idea exaltaba la imaginación popular y proporcionaba a los ludditas un apoyo unánime en la población.

LA EPOCA DE LUDD
Tal como señala Marx en su brillante exposición sobre la llamada “acumulación originaria del capital”, desde el último tercio del siglo XV hasta fines del XVIII, “despojos brutales, horrores y vejaciones” habían afectado al pueblo expropiado de sus tierras.
En Inglaterra, la población rural no obtuvo ni un céntimo de indemnizaciones por los 3.511.770 acres de tierras comunales que entre los años de 1801 y 1831 le fueron arrebatados y ofrecidos como regalo a los terratenientes por el parlamento de terratenientes.
Además, una legislación sangrienta se había desatado desde el 1500, que perseguía el vagabundaje y obligaba a hombres, niños y mujeres a convertirse en asalariados, so pena de atroces castigos físicos. Hacia 1810, el alza de precios, la pérdida de mercados por la guerra con Francia y el complot de los nuevos industriales para no comprar a los agonizantes pequeños talleres, amenazaban las condiciones de vida de los obreros ingleses.
Por otro lado, la conculcación de los derechos de libertad de prensa y reunión -prohibidos por la guerra contra Napoleón- y la ley que prohibía emigrar a los tejedores, para evitar la fuga de obreros calificados, crearon el contexto preciso para la explosión destructiva del naciente proletariado inglés.
Pero como sabemos, ninguna sublevación espontánea ocurre de un día para otro. El dolor y el odio acumulado por la violencia del capital provocan que, “a veces, siglos enteros se vierten en un solo día”, al decir de Ferrer.


MILICIA INVISIBLE
A pesar de que a los destructores de máquinas se les ha tratado de “reivindicadores reaccionarios” y a su movimiento como “la última rebelión medieval”, Ferrer señala que a pesar del terror provocado en el reino y el parlamento, el olvido histórico de los ludditas es porque su objetivo no era político, sino social y moral: no querían el poder sino desviar la dinámica de la industrialización acelerada. Una utopía, por cierto, en aquel contexto de ascenso y consolidación del capitalismo en su fase industrial, y un Estado que no hace más que asegurar esta situación, a través de leyes y el monopolio de la utilización de la violencia.
Los Zerzan añaden que el luddismo no era un ataque contra la producción sobre bases económicas, sino que era ante todo la respuesta violenta de los obreros a las tentativas de degradación en forma de un trabajo inferior: baratijas, piezas montadas deprisa y corriendo, lo que se contraponía con el trabajo realizado en los antiguos talleres y más aún en el artesanado.
Los ludditas fueron una suerte de milicia oscura, invisible, heterogénea en su composición: Incluyó a demócratas painistas, religiosos radicales, organizadores de trade unions (proto-sindicatos), emigrantes irlandeses, jacobinos varios.
Sin líderes, organización formal permanente, ni un maestro o libro al que seguir, su historia ha llegado a nosotros como un eco del pasado, reconstruida, con más o menos fidelidad, a través de himnos y canciones, actas de juicios, informes militares y de espías, noticias y una sesión en el parlamento inglés, dedicada exclusivamente a ellos.
Sin embargo, un análisis más detallado de la prensa, cartas y folletos reivindicatorios demuestra –a juicio de Zerzan- que la insurrección estaba claramente orientada; por ejemplo, «todos los nobles y los tiranos deben ser derrocados», declara uno de estos, distribuido en Leeds. Los preparativos para una revolución general explícita eran evidentes, por ejemplo en Yorkshire y Lancashire, ya en 1812, asegura el filósofo anarco-primitivista.
Su nivel organizativo se aprecia en su práctica mediante el sistema de delegados (locales y federales) y de correos humanos, las técnicas de camuflaje y despiste de las tropas persecutorias, el saqueo planeado de armerías, los mensajes cifrados en las paredes… Además, los ludditas contaban con el apoyo de la población, porque eran la población. Transmitida de generación en generación, una vieja canción de guerra luddita dice: “Ella tiene un brazo / y aunque solo tiene uno / hay magia en ese brazo único / que crucifica a millones / destruyamos al Rey Vapor, el Salvaje Moloch”; y otra: “Noche tras noche / cuando todo está quieto / y la luna ya ha cruzado la colina / marchamos a hacer nuestra voluntad / ¡con hacha, pica y fusil!”.
La ofensiva de los destructores de máquinas en 1812 llevó al Gobierno a enviar enorme número de tropas a las zonas en manos de los sublevados; tropas que cuantitativamente superaron a las que en esos momentos se enfrentaban a Napoleón. Pero el Ejército no era fuerte, cojeaba, su campo de acción y efectividad se debilitaba, ya que se sospechaba que muchos soldados simpatizaban o, directamente participaban, de la causa luddita. Por eso, la revuelta anti-máquinas impulsa otro elemento central de la sociedad moderna: La institución del sistema de policía profesional, ya que la milicia voluntaria en ese entonces, “sólo servía para armar a los que eran más violentos en su desacuerdo” (Hammonds).
Por dos años, los destructores de máquinas fueron perseguidos por un ejército de 10 mil soldados al mando del general Thomas Maitland, a quien luego de decenas de muertos rebeldes a su paso, se le concedió el título nobiliario de baronet, fue nombrado gobernador de Malta y luego comandante en jefe del mar Mediterráneo.
Un elemento interesante de analizar, delineado por Zerzan, es el luddismo en opción al floreciente sindicalismo inglés. Aunque, entre 1799 y 1824 las Combinations Acts prohibieron los sindicatos, los ludditas ya rechazaban el rol de encuadre y compromiso que –por su naturaleza alienada- el aparato sindical realizaba con el capital. Más allá, algunos miembros del Parlamento acusaron directamente a los propietarios del caos social, por no utilizar plenamente la vía sindical para resolver el conflicto.


PROYECCIONES
Una de las importancias históricas del luddismo es haber iniciado en la modernidad el debate entre los partidarios y detractores de la tecnología, y cómo ésta debería ser tratada, aun cuando su crítica en actos no fuese solamente contra la máquina como artefacto. En todas las ideologías modernas este debate está presente, desde conservadores a socialistas, desde ecologistas a feministas, por cuanto la técnica (y la máquina o el gadget) ha aumentado su protagonismo en la civilización moderna.
Como señala Miguel Anxo Bastos, es en el ámbito de la izquierda, especialmente de la marxista, donde más contradicciones internas se pueden encontrar entre partidarios y detractores del avance técnico. Ni siquiera la obra del propio Marx es concluyente, pues siendo central para su sistema el análisis de las repercusiones de la tecnología en la dialéctica del progreso histórico, no hay un posicionamiento definitivo al respecto.
Por una parte, parece aceptar el carácter alienante de la moderna producción capitalista, pero, por otra, parece aceptar que el desarrollo del capitalismo, y por ende su superación, vendrá determinada por el desarrollo tecnológico. Es decir, para que el socialismo logre imponerse serán necesarios, previamente, grandes avances tecnológicos. Dentro de la dialéctica de Marx, puede ubicarse más críticamente el análisis que realiza Walter Benjamin, la primera mitad del siglo XX, el que se clarifica con posterioridad en la teoría y práctica situacionista, entre cuyos practicantes algunos ven en la tecnología la manera de crear situaciones más intensas y lograr la recuperación real del tiempo libre. Entre los seguidores de Marx considerados marxistas (Marx nunca se consideró marxista y criticó toda ideología), las variantes son aún más contrapuestas: Desde el industrialismo de Lenin al ludddismo extremo de los comunismos asiáticos -como puede verse en la llamada Revolución Cultural China y el comunismo agrario de Camboya, cuyo objetivo declarado era la destrucción de todo vestigio de desarrollo tecnológico para posibilitar el advenimiento del hombre nuevo.
Hoy, dada las alianzas entre ecologismo y marxismo –y el estado de descomposición histórica- la crítica hacia la tecnología proviene, principalmente, desde la “ultraizquierda”, ya que la socialdemocracia o quienes comulgan con la llamada “tercera vía” viven en constante contradicción entre lo que podría llegar a ser de nuestras vidas con los avances tecnológicos de y para el capitalismo, y lo que en realidad ocurre con éstos avances.
La impopularidad que genera hoy el mostrarse contrario a lo tecnología lleva a que la discusión entre “especialistas” no se centre en el rechazo de ésta, algo que se ve como reaccionario y absurdo, sino en la manera en que se ocupa, quiénes acceden a ella y quiénes la controlan. A diferencia de la clásica crítica de la alienación que el trabajo fabril produciría en los trabajadores, los ludditas contemporáneos o neoludditas –salvo los primitivistas – centran sus críticas en tecnologías de uso cotidiano (televisor, computador, etc.), no directamente vinculadas al ámbito laboral.
Dentro de las teorías contemporáneas más amplias, que problematizan el impacto de la técnica en la vida humana, está lo que puede identificarse como “determinismo tecnológico”, es decir, la tecnología como un ente dotado de una dinámica propia e independiente y que es capaz de condicionar el devenir del resto de los componentes del sistema social. Al respecto, para Lewis Mumford la técnica moderna llega a convertirse en un Leviatán que domina la vida de hombres y mujeres, impidiendo el desarrollo del potencial del ser humano. Su solución no es el rechazo de la tecnología, sino el desarrollo de una adecuada para potenciar la autonomía, y una tecnología, necesariamente, a pequeña escala, opuesta a la “megamáquina” que amenaza a los seres humanos.
Uno de los más trágicamente afamados “neoludditas” es Theodore Kaczynski, también conocido como el Unabomber, ex académico universitario que abandonó a inicios de los ‘70 la vida urbana y se mudó a una cabaña en Montana donde vivió sin luz ni alcantarillado, reencontrándose con su naturaleza y reflexionando sobre los efectos de la técnica en la civilización contemporánea.
Tan intensas fueron sus conclusiones que llevó a cabo 16 atentados con cartas-bombas autoproducidas (saboteando por años, de hecho y sin querer, el marketing directo vía envíos a domicilio). Sus objetivos principales fueron aerolíneas aéreas y universidades, asesinando a 3 personas entre 1976 y 1996, año en que fue apresado. Un año antes, se publicó en New York Times su escrito “La Sociedad industrial y su futuro”, en el que expuso la síntesis de su pensamiento: Colapso generalizado del mundo capitalista.
Para Kaczinski, la sociedad organizada presiona con diversa violencia a sus individuos para asegurar que el orden social funcione. Cuando esta presión sobrepasa los límites, vienen las revueltas, el crimen o la depresión.
“Mientras que en el pasado los límites de la resistencia humana restringieron el desarrollo de las sociedades, la sociedad tecnológico-industrial podrá vencer esos límites al modificar a los seres humanos, ya sea mediante métodos psicológicos, biológicos, o ambos. En el futuro, los sistemas sociales no se ajustarán a las necesidades de los seres humanos, sino todo lo contrario”, explica.
Por otro lado, la filosofía anarcoprimitivista ha llegado más profundo en su crítica de la sociedad civilizada. Se opone al poder y la jerarquía de ésta, la división social del trabajo y la especialización, la institucionalización de los deseos naturales, la mediatización a través de una cultura simbólica, el patriarcado, la ciencia y el industrialismo, promoviendo una especie de “resalvajización” bajo preceptos individualistas y de relación holística con la naturaleza.
Sus críticos son diversos, tanto por el utopismo y mesianismo que se desprende de sus ideas, así como por la contradicción existente entre la posibilidad cierta de una vida no mediatizada hoy y el tamaño de la población humana universal.


“NO HAY AUDICIÓN POSIBLE PARA LAS PROFECÍAS DE LOS DERROTADOS”
A 200 años de la aparición de los destructores de máquinas, su recuerdo nos llega como un rumor que se proyecta en esa historia a contrapelo que es necesario revisar.
Los ganadores han escrito e interpretado los hechos cristalizando todos los momentos de verdad y peligro que en ellos se esconden. Explicando lo inexplicable, deformando lo que por su dinamismo no acepta la abstracción, imponiendo una verdad a medias entre quienes no pueden revelar su protagonismo en lo consignado.
Siguiendo a Zerzan, preguntarse hoy qué podía tener de radical un movimiento que “se limitaba” a criticar éticamente la manera de producir, es no captar su íntima verdad: La relación entre la destrucción de maquinaria y la traición al sistema de producción hegemónico. La lucha del productor por la integridad de su trabajo vital enfrenta la lógica del capitalismo entero. Es, antes que todo, un enfrentamiento de dos ethos distintos, de dos formas de producir la vida y lo que permite la subsistencia, de intereses que se contraponen absolutamente, de lo vivo sobre lo muerto.
La petición de desterrar la fraudulencia de la producción en serie, a bajo costo, desechable, es un desastre tanto al ritmo de producción como a la acumulación de capital. En ese sentido, la crítica ética, luego económica, del luddismo, viene a adelantar la principal contradicción que la tecnología avanzada supone en el capitalismo tardío: Hoy, cuando tenemos los avances técnicos más poderosos, la ropa dura menos, los artefactos son cada vez más desechables, y diariamente, mueren en el mundo millones de personas que no tienen qué beber o comer. Ned Ludd quedó relegado al olvido, en un pacto de silencio que los explotados aceptaron por sobrevivencia. Tras años de luchas intensas, donde quedaron 1.100 máquinas destruidas, seis fábricas quemadas, 15 ludditas muertos, 13 confinados en Australia y 14 ahorcados, ¿Qué nos queda?…
Cada 1º de mayo se recuerda a los mártires de Chicago, pero muy pocos se acuerdan de James Towle, el ultimo destructor de máquinas colgado en 1816, quien se enfrentó a la muerte entonando un himno luddita. El enorme cortejo fúnebre que lo acompañó terminó de cantar las estrofas que no alcanzó el finado.
Hoy, algunos retomamos los trozos del rompecabezas e intentamos hacerlos dialogar con el presente y el futuro, en el mero hecho de recordar a contracorriente.

domingo, 17 de abril de 2011

Sobre Oriol Solé: el maoespontaneismo, el oficio de discjockey, las drogas y varias cosas más (x Romani/Archivo MIL-GAC)

Los nombres de guerra que Romaní de mata utiliza en su testimonio


Victor : Oriol Solé Sugranyes Montes : Ignasi solé Sugranyes Metge : Salvador Puig Antich Sebas : Jean Marc Rouillan Sancho : Jordi Solé Sugranyes

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Oriol y otros compañeros 


Conocí a Oriol Sole el año 1970, me refugié en Toulouse de Llenguadoc, pues me había librado de la mili por inútil total, un trapicheo con un compañero médico, alegando que tenía una lesión en la parte sacra y que me impedía hacer esfuerzos y que me provocaba que me meara en la cama, un mal hueso en la espalda. De aquella gente no quería ni oír hablar.

Me aburría el ambiente de la época y además estaba involucrado, indirectamente, en el descalabro de la infraestructura propagandística de los C.H.E.-C.H.O[1]. Compartía piso en l’Hospitalet con L., un compañero de mi pueblo. A él se le ocurrió la brillante idea de montar una vietnamita[2] en el mismo piso donde vivíamos. Me marché de dicho piso y me fui con otros compañeros a Barcelona al saberlo, pero quedó una carta que me dirigió la organización de maestros Rosa Sensat, en la cual asistia a cursos para educadores, mientras yo vivía allí. A él lo pillaron porque debajo vivía una guardia civil y sospechó de los movimientos y ruidos que había en la casa. Y a mí me buscaban.


Al acabar el curso escolar el mes de junio, y mi trabajo en la escuela Graziella, donde trabajaba, en Horta en la calle de Dante, me marché y me refugié momentáneamente en Cadaqués en casa de un amigo pintor de telas, un artista vaya !, gallego, un amigo del compañero del piso que compartíamos en Barcelona, en la calle Modolell ... En Cadaqués conocí a Michel Bertrand, profesor de psicología en la Universidad de Mirail en Toulouse, que me propuso estudiar francés en la universidad de Toulose.



Mientras tanto trabajaba. Me pasé el verano pinchando discos en Les Arrels, un bar musical a media montaña, ponían buena música, la patrona me dio trabajo, primero a servir copas y cuando despidió la disc-jockey, me metió a mí, que no tenía ni idea, pero gracias a que la chica era muy entendida en música, me había dejado la herencia de marcar los discos con adhesivos de colores por géneros, y así podía identificarlos, e ir tirando ...



Sólo llegar a Toulouse me presentaron a Oriol que era refugiado allí y me acogió en su vivienda del barrio de las Arenas. Vivía en un HLM para inmigrantes. Él trabajaba de repartidor de leche y periodicos, por la mañana, a primera hora, y mas tarde en una imprenta, creo.



Me matriculé como estudiante de francés en la Universidad y con eso obtuve permiso de residencia. Era legal. Con Oriol hablábamos de ideología, su obsesión, la lucha ideológica. Escuchábamos música en casa de unos vecinos franceses, profesores, Mamas & the Papas y otras tendencias musicales de la época.



Poco a poco me fue introducido en otros ambientes de la ciudad. Entre ellos había Michel L. de la ciudad de Pau, estudiante de sociologia e historia, en aquella época de tendencias libertarías, lo ultimo que supe de él después de vernos fugazmente el año 1977 era que trabajaba de profesor en las colonias en la Martinica, creo, con él frecuentábamos el Arsenal, el campus universitario en el centro de Toulouse donde coincidíamos con otros estudiantes como Vicente Sánchez, un manchego, intelectual con ideología obrerista, y con JM Rouillan, muy joven, entonces y un bromista, que disfrutaba del momento y que quería quemarlo todo.



Un día me dio a probar un LSD, que yo ignoraba lo qué era, y me lo tomé ... un viaje, contemplativo, de ocho horas, bajo un árbol en el campus ... viví, la sensación del momento, de pasar la vida y el tiempo .....



En aquella época en el campus se estaban preparando actos, que después fueron violentos, en protesta por los juicios de Burgos.



Otra mili... estábamos en el Arsenal. Allí había la ciudad universitaria, donde se cuecen todos los barullos, donde se confabula, donde se montan todas las jaranas, donde se preparan las fiestas. Las booms, como las llamaban. Había gente de orden y gente con ganas de juerga, inquieta e impaciente para cambiar de un día para el otro el curso del mundo. Se cocían, ideas y las ideologías tomaban cuerpo.



Y yo allí viviendo el día a día, absorbiendo ; Rosa Luxembourg, la república de Weimar, la 3ª internacional, la revolución cultural, la oposición al franquismo, el guevarismo. Tomando conciencia por donde iba el mundo. Mientras asistía en la Universidad a clases de francés.



Pudimos ver, en las informaciones cotidianas y con normalidad, en la TV, y en los periodicos como en Chile ganaba la voluntad popular y como Allende se convertía en presidente.



Pensaba que era tiempo ganado, pensaba que mis compañeros de promoción se estaban jodiendo en Ceuta, que era donde me habría tocado si no hubiera nadado y guardado la ropa. Si no hubiera alegado, para que me declararan ; inútil total. Hacía otra mili. Entretanto un grupito miraba hacia la península y se definía. Una base de divulgación de ideas, y como infraestructura para dar soporte al "interior". El grupo "exterior" de "nuestra clase" un equipo autónomo de las cc.oo. "oficiales". Lo formaban de 6 a 7 personas, y otros colaboradores necesarios ; correos y logísticos. La finalidad ; montar una infraestructura, una imprenta y editar, transportar y distribuir el material editado. El diccionario "nuestra clase" [3] ; una publicación tamaño din-A5 con sobrecubierta cartulina de color verde claro. Dónde se explicaba qué había que hacer en caso de detención, de cómo preparar las asambleas, como autodefenderse ... dirigida a los miembros de las organizaciones, clandestinas en aquel momento...



Maurice Serrault... Estábamos en el apartamento, en el HLM. Los vecinos, eran una familia de inmigrantes españoles, que se preguntaba qué carajo hacían aquel grupo que vivían en un apartamento tan sobreexplotado como el de ellos. Un piso como cualquiera, pero de estudiantes, donde había follón, donde pasaban muchos barbudos, y de vez en cuando algún personaje no habitual, como Montes. Tenía gracia que en la maleta llevara dos botellas de brandy. Ellos, Victor y Montes, hablaban horas y horas de sus cosas, encerrados en una habitación. A Michel L. y a mi, nos gustaba menudear por el café Flo, que había en la place de la Mairie, al lado de Saint Sernin, la Catedral roja, por los ladrillos, de Toulouse. Una vez mientras charlábamos, pasaron unos conocidos de mi pueblo y me preguntaron que hacía yo allí ? Y les contesté con la misma pregunta. Pim y Teresa. Él era uno de los dirigentes del escultismo local en la época y ella había sido mi Akela, la jefa de los llops, todo quedaba en familia.



En una misión fui hasta Saint Jean de Luz, me habían dejado un vehículo, un Morris MG, de Albareda, un estudiante de ingeniería Aeronáutica, me parece, con el cual nos veiamos a menudo por los restaurantes del campus, era amigo personal de Oriol. Contacté en una dirección que se me había dado y tenía que decir como contraseña ; Oropèndola, era como se hacía conocer Oriol con la gente de Euskadi, me acompañaba un miembro de la L.C., miembro del Secours Rouge, íbamos a buscar un documento dirigido a la inmigración trabajadora española, para dar apoyo a los presos del proceso de Burgos, que el régimen franquista pretendía ejecutar. Después de 6 horas de espera encerrados en una habitación nos entregaron el documento en cuestión y al volver a Toulouse, como no teníamos ni cinco y se nos acabó la gasolina, paramos y tuvimos que chupar de algún depósito. Tuve que beber mucha agua, porque me había tragado un trago de gasofa y me encontraba muy mal. Llegamos, ahora conduce tú, ahora yo. Del mencionado manifiesto hicimos multitud de copias, las repartimos a todos los grupos de apoyo y el original lo enganchamos a la puerta de entrada, en el cristal del restaurante del campus ; el Arsenal. Otro paquete de comunicados lo llevamos a la parroquia española allí, "Carlos", el cura, como quería que le llamásemos, y que colaboraba con nosotros. Se había prestado algunas veces para utilizar sus despachos, en donde él estaba presente en algunas reuniones. Antes del acto público de rechazo a las ejecuciones, que se había organizado dentro de la iglesia, el mismo Carlos los distribuyó a todo el mundo que asistió.



Recuerdo que días antes de las ejecuciones, unos cuantos asaltaron el consulado español y lo dejaron hecho añicos, aquel día los CRS, retrocedieron, demasiados cóckteles volaban por encima e iban a parar directamente a las oficinas. No había vivido, ni visto nunca, lo que es una batalla de calle, el olor a gasolina cuando quema, el fuego y la tensión en el cuerpo por los acontecimientos. Con una vez tuve bastante. Me fui, cuando todavía no habían llegado los bomberos, se oían las sirenas, era de noche y tenía miedo, estaba excitado y aterrado.



Soy estudiante de francés. Estudio francés eso me permite cubrirme las espaldas. Tener una cierta libertad de movimientos y pasar desapercibido



Al equipo exterior nuestra clase, lo formabamos por los alrededores del mes de enero del 71 Rafael, un chico que trabajaba en la construcción, Sebas, que por cierto le puse yo este alias al volver de un viaje a Donostia, Vicente Sánchez, alias Bermejo, Jean Michel L, estudiante, Ollé, Oriol (Víctor), y Torres que aquel día me parece que no estaba presente. En esa reunión se hablo de la lucha ideològica. Que deberiamos llegar a ser 1000 y cuando eso fuera posible, podriamos hacer la revolución.



Habíamos pasado el fin de año en una celebración en la parroquia española de Toulouse, con Carlos, el sobrenombre de acción del cura que nos daba apoyo. La noche del 31 de diciembre al 1 de enero de 1971 una vez acabada la misa del gallo y mientras la gente se marchaba Oriol se puso a cantar la internacional. A mí, me patinaban los himnos y me quedé en silencio, por respeto a los asistentes y perplejo por que a mí no me ligaba una cosa con la otra, ni la religión ni la política eran santos de mi devoción además en aquella época no conocia la letra ...



En el apartamento, en el barrio de las Arenas en Maurice Serrault, menudeaban gente de la G.P. (gauche prolaterienne) maoístas y en particular la Glue, (la cola) el sobrenombre de D. porque siempre se enganchaba a nosotros, venía a menudo en son, más de amistad que de discutir, el nombre real lo averigüé unos 6 años más tarde cuando nos encontramos en Perpinyà durante una estancia de unos meses. Un día después de la visita del "pechos" y dos compañeros más, en una breve visita, me dan una pipa y acto seguido, sin pensármelo envuelvo la chatarra en un trapo y la escondo entre las conducciones de agua, en una apertura que había en el muro para inspeccionar las cañerías, todavía debe estar allí ! Por aquellos días tuvo lugar una acción conjunta con los vascos, en el SPS, la acción resultó un fracaso en sí. Una mujer resulto herida. Oriol estaba desconcertado y nervioso, porque a alguien se le habia escapado un tiro.



A finales de marzo de 1971 vuelvo a Barcelona, me reúno con Montes del equipo interior, y ¿Iñaki ? Por aquel entonces vivían en la calle Consell de cent, o Casp. El lugar de encuentro era al mediodía en el restaurante universitario de Pedralbes, el controlador de los tikets era el propio Iñaki, nos pasaba los tikets y comiamos gratis.



A finales de primavera o en verano estoy en Perpinyà antes del juicio de Oriol, me han presentado gente, Felip y otros pero que no recuerdo quiénes eran, A Oriol lo habían detenido dos meses atrás poco tiempo después de marcharme de Toulouse, a causa de la expropiación de una imprenta. Previamente se había preparado una fuga de la prisión, pero no nos habiamos coordinado nada bien. Oriol habia salido antes y se refugió en Sant Miquel de Cuixà.



En Barcelona por aquel entonces vivo en casa Montse M, y Pep P, y una compañera alemana.



Con Sancho en verano, en la calle Balmes vaciamos una oficina de un gabinete de no se qué, metemos todo el material de oficina en petates, sacos del ejercito, y como no hay nadie esperándonos me lo cargo a la espalda y voy a casa de unos conocidos que vivia cerca de allí, que por suerte se encontraban allí en aquellos momentos. Su reacción fue preguntarme de dónde había sacado aquel saco, no se veía nada, pero sospechaban. Creo que les dije que me lo habían pasado para guardarlo, que me marcharía acto seguido cuando averiguara dónde estaba la persona con quien tenía que contactar, entonces, todavía se pusieron más nerviosos, y allí esperé hasta que horas más tarde y me recogen el material. Cuando aparece Montes con un coche en una esquina del eixample, hoy dia ya se cuáles son los motivos de la acción, montar la ifraestructura para el equipo teorico, pero aquel día lo desconocía.



Era crítico y veía claro que si no ensayábamos antes todos los movimientos no iríamos muy lejos, me decía que se tiene que ser más profesional y poder hacer una vida más normal, no estar liberados, tener un trabajo, que nos permitiera poder hacer acciones y a la vez aparentar una vida normal y así hacernos invisibles. Me parecía que llevábamos escrito en la cara lo que estábamos haciendo. A veces pienso que eso, cuando menos, se huele.



Ya a finales de verano me fui a Eivissa, en aquel momento, allí tiene lugar un congreso de diseño, el ICSID. Los inflables del Puntí. Allí me he encontrado a Cesc con unos bongos y un amigo periodista que me hacia la siguiente reflexión ; estás reconvirtiendo la acción hacia la recreación artística. Empiezo a pensar seriamente en dejarlo todo y ponerme a hacer bellas artes o estudiar diseño. Cambiar la energía que gasto, hacia la expresión, que es un terreno que conozco un poco mejor y me siento más cómodo. Tengo dudas. Me siento rebelde, esta actitud tan de dentro no me dejará en la vida, pero siento que ya no quiero estar en la vanguardia de nada, de la liberación de no se qué, porqué no tenia nada claro. Me daba pánico, estar en víspera. Me aburria la acción que no veia donde me llevaba. Queria disfrutar de la vida, no queria, pasar más miedos, quizás fuera un cobarde, un desertor, pero para mi ya era suficiente.



A finales de diciembre me voy a Paris, y allí me encuentro con Lluís F. que vive y estudia ciencias políticas en la Sorbona, vive comodamente, se pasea con un Fiat-esport con matrícula turística. Me presenta a sus compañeros de piso, un egiptólogo de Barcelona y una compañera estudiante que tenia el mismo estatus que yo, estudiante de francés.



Pasado el fin de año me fui a Londres con Lluís F, que aprovecha las vacaciones para ir a visitar a su hermana que en aquellos momentos residia allí. Me diron permiso de residencia de tres meses, Lluís me había prestado un poco de dinero, para el caso de que me lo pidieran. Pasados los "customs", se lo devolví, me hospedé en una habitación que me facilitó Montse M., la compañera que me habia alojado junto a Pep en Barcelona, que desde septiembre se había trasladado a vivir a Londres. En 15 días encontré otro alojamiento y un trabajo temporal, en la cantina de la central del "Post Officce", trabajaba por la mañana y estudiaba inglés por las tardes. Residia en Londres.



El trabajo por prestación de servicios siempre ha funcionado, me daba el trabajo a una mujer que hacía de agencia de trabajo temporal, todo el mundo sabía que los estudiantes no comunitarios no podíamos trabajar, pero estaba tolerado, esta práctica siempre ha existido. Al Igual que vivir de squater, venían los bobby’s te informaban que estabas viviendo en una casa sin permiso, te daban una notificación y te tenías que presentar delante del juez el día que te lo notificaban, en el mismo domicilio donde te habían pillado de ocupa. Pagabas el “impuesto”, importe, de la sanción que siempre era infinitamente inferior al de tener que pagar por el alquiler de una habitación donde estaba el house-kipper, que siempre te estaba vigilando.



La ocupación de viviendas vacías, el Ayuntamiento de distrito, lo toleraba, tenían que construir viviendas sociales en Mansfield road, en el lado que daba al sur del parque de Amstead, todo el barrio estaba afectado. Pero como los planes iban para largo se juntó toda una colonia de gente proveniente de los lugares más insospechados del mundo ; canadienses, americanos escapados del Vietnam, irlandeses, holandeses, brasileños ... Pep P. el compañero de Montse M., encontraron una casa para ocupar y me invitaron a ir.



Al barrio lo llamaban el global village, estaba situado al lado de la round house, el giratorio de los trenes. El mismo round house se había reutilizado para centro cultural, teatro, danza y conciertos. Había un restaurante - cafetería que lo llevaban a unos andaluces que hacían spaguetis y otros fast-food, con quién colaboré una temporadita después de la cantina del Post Office. En el global village había gente de todos los oficios y profesiones, músicos, escritores, fotógrafos, estudiantes...



Con un grupo de brasileños formabamos una banda de capoeira, la lucha-danza que provenía de Angola, que llegó al Brasil con los esclavos que la practicaban. Me entrené con ellos y aprendí a tocar, un poco, el berimbau, el instrumento de una sola cuerda con un sonido hipnótico, parecido a un cítar. Con el grupo participamos ya entrada la primavera en un festival, que en la época lo nombraban "The other festival" en la ciudad de Bath, en Gales. Muy culto y in. El festival, duraba toda una semana y en todas las plazas de la ciudad había actuaciones de todo tipo, musicales, folk, del mundo y nosotros estábamos allí para eso. Aquella época llevábamos el pelo muy largo y con cintas en la cabeza, por el frente. Estábamos atléticos por el entrenamiento del capoeira. Estabamos en forma !



Al terminar el verano nos vimos con Víctor y a Sebas, que ellos días se encontraban en Barcelona... En septiembre cuando estoy a punto de marcharme y retornar a Londres, cuando ya tenía el billete y me disponía a tomar el avión, Montes me vino a encontrar y me pidió pasar a Sancho por la ruta del hospital. Al Lado de Puigcerdá. Estábamos en la Cerdanya, cerca de la frontera de madrugada, había alquilado un coche en Barcelona. Nos esperábamos que se hiciera de día al lado de un camino escondidos en un prado, para poder pasar al lado francés. Cruzamos el paso sin problemas, no había nadie en el sitio habitual de guardia. Sancho iba preparado. Pasamos por el Vall del Conflent y enfilamos después hacia Toulouse, y una vez allí, nos despedimos, Sancho fue a sus cosas y yo continuaba viaje hasta París, donde dejé el coche en la casa de alquiler. Desde Paris salgo en dirección a Londres. Me habían compensado por el hecho de pasar la frontera clandestinamente.



Me encuentro nuevamente en Londres y me dan 6 meses más de residencia. Londres había cambiado, la gente que conocía, los habituales, se había marchado a Amsterdam y los otros cada uno a sus cosas, me quedé hasta noviembre.



Vuelvo a Barcelona, me instalo en la Calle Hospital en una especie de comuna de estudiantes de arquitectura donde residen los dibujantes que después formarían el equipo de Makoki, Juanito M. dibujaba para una editorial de cómics de la calle Mandri. Cierto tiempo después desembarcan "los bongueros del diablo" como los nombró Juanito. El capitao, el Néstor P., el daba clase en instituto del Teatro, de Capoeira, Regina y “a bougrinha” y el gordo, Geraldo B, hijo de un terrateniente de Bahia, eran la “troupe”...



En el un estudio de danza de de Anna M. , también se impartian cursos uno o dos días por semana y uno de los alumnos era Francesc G. Allí se incorporó Montse M que ya había estado con nosotros en Londres. De toda la movida se hizo una actuación en el salón de la infancia con el nombre de bando banda ...



Después de las fiestas de Navidad la “troupe” volvieron la mayoría hacia Brasil.



En aquellos momentos me puse a trabajar en una empresa de servicios domiciliarios, Àngel, en moto, de noche, repartía encargos y por la tarde llevaba hielo en cubos a clubs de alterne ... En aquella época en primavera coincidí con Sebas que se movía con un R-8 de color azul, matrícula CR, creo, junto con un compañero que me presentó como al "metge". Quedamos en una cita para otro día y fuimos los tres juntos al cine en el Arcadia. Después ya no nos volvimos a ver más.



La segunda quincena de septiembre fui a una casa en Alp con mi compañera de la época, Rosa A. La coincidencia es que aquellos días ha tenido lugar cerca de allí la expropiación de Bellver. Ni ellos sabían de nosotros ni nosotros de ellos.



El día que ejecutaron Salvador, estaba con Pedrals, que me lo hizo saber. Yo era estudiante de diseño en la escuela Elisava y el lunes paramos todas las clases, por la tarde nos reunimos todos en el "hall" de la escuela, el director leyó un manifiesto que habíamos elaborado, rechazando el acto criminal que había perpetrado la dictadura franquista.



El día que Oriol se escapó de Segovia, yo estaba en Perpinyà y al oír la noticia por la radio, de la fuga, y que bubo tiroteo, en aquel instante sin que lo dijeran que había un difunto, supe que era él.



[1] CHE-CHO : Los CHECHO eran los Comités de Huelga Estudiantiles y los Comités de Huelga Obreros, dos frentes de los “mao-espontaneistas” del PCR. Fueron los que asaltaron el rectorado de la UB en el año 1969. [2] Vietnamita : impresora casera con la que se impriman octavillas, hojas clandestinas [3] Diccionario del militante obrero. Toulouse, 1970