viernes, 25 de noviembre de 2011

Introducción a la Obra Cinematográfica Completa de Guy Debord (x Ken Knabb)

Si alguna vez salimos de este lío y logramos crear una sociedad sana y liberada, las generaciones futuras volverán la vista a Guy Debord como la persona que contribuyó a esta liberación más que nadie en el siglo XX.

Guy Debord (1931-1994) fue la figura más influyente en la Internacional Situacionista, el conocido grupo que jugó un papel clave en la catálisis de la revuelta de mayo de 1968 en Francia. El impacto de sus escritos ha sido profundo, y lo suficientemente evidente para aquellos que saben mirar detrás de las apariencias superficiales. Sus películas igualmente notables, sin embargo, han sido mucho menos conocidas, al menos hasta ahora.

Esto se debe al hecho de que apenas se ha tenido acceso a ellas. Las tres primeras películas raras veces fueron exhibidas, aunque la primera provocó unos breves escándalos en la década de los 50. Las tres últimas se mostraron algo más extensamente en París en la década de los 70 y principios de los 80, pero pocas personas en otros lugares han tenido la oportunidad de verlas. Entonces en 1984 el amigo y editor de Debord, Gérard Lebovici (que también había financiado sus últimas tres películas) fue asesinado. Enojado por la respuesta de la prensa francesa, que esparció rumores sobre supuestos “socios en las penumbras” de Lebovici y, en algunos casos, incluso insinuó que el mismo Debord podría haber tenido algo que ver con el asesinato de su amigo, Debord sacó a todas sus películas de circulación. A excepción de una pocas proyecciones privadas nadie volvio a ver ninguna de ellas hasta 1995, cuando dos de las películas (junto con un video terminado recientemente) fueron transmitidas por un canal de cable francés poco después de la muerte de Debord. Las copias piratas de estas tres obras han circulado desde entonces, pero las películas reales permanecieron inaccesibles hasta el año 2001, cuando Alice Debord, su viuda, inició el proceso de su relanzamiento.

Técnica y estéticamente, las películas de Debord se encuentran entre las obras más brillantemente innovadoras en la historia del cine. Pero en realidad son más provocaciones subversivas que “obras de arte”. En mi opinión, son las películas radicales más importantes que se hayan hecho, no sólo porque expresan la perspectiva radical más profunda del siglo pasado, sino porque no han tenido competencia real en el mundo del cine. Muchas películas han expuesto a tal o cual aspecto de la sociedad moderna, pero las de Debord son las únicas que encarnan una crítica consistente del sistema global en su conjunto. Muchos cineastas radicales se han llenado la boca hablando de la noción de Brecht de provocar a los espectadores a pensar y actuar por sí mismos en lugar de absorberlos en una identificación pasiva con héroes o argumentos, pero Debord es prácticamente el único que realmente ha logrado este objetivo. Con la excepción parcial de unas pocas obras menores influenciadas por Debord, sus películas son las únicas que han hecho un uso coherente de la táctica situacionista del desvío: la utilización de elementos culturales ya existentes hacia nuevos fines subversivos. El desvío ha sido ampliamente imitado, pero por lo general sólo de manera confusa y semi-consciente o para fines puramente humorísticos. El desvío no significa la mera yuxtaposición al azar de elementos incongruentes, sino (1) la creación, a partir de esos elementos, de una nueva totalidad coherente (2) que critica tanto al mundo existente como su propia relación con ese mundo. Algunos artistas, cineastas, e incluso diseñadores de anuncios han utilizado superficialmente yuxtaposiciones similares, pero la mayoría están lejos de cumplir (1), mucho menos (2).

Las obras de Debord no son ni discursos filosóficos desde una torre de marfil ni protestas militantes viscerales, sino exámenes despiadadamente lúcidos de las tendencias y contradicciones más fundamentales de la sociedad en que vivimos. Esto significa que deben ser re-leídas (o en el caso de las películas, re-vistas) muchas veces, pero también significa que siguen siendo tan pertinentes como siempre, mientras que un sinnúmero de modas radicales e intelectuales han ido y venido. En las décadas transcurridas desde la publicación original de La sociedad del espectáculo (1967), el espectáculo se ha vuelto más penetrante que nunca, hasta el punto de reprimir virtualmente cualquier conocimiento de la historia pre-espectáculo o de las posibilidades anti-espectaculares. “La dominación espectacular ha tenido éxito en educar a una generación entera sometida a sus leyes” (Comentarios sobre la sociedad del espectáculo).

Como resultado de este nuevo desarrollo, las afirmaciones de Debord que solían ser desestimadas por extravagantes o incomprensibles ahora son, con igual superficialidad, desestimadas por triviales y obvias; la gente que solía decir que la oscuridad de las ideas situacionistas demostraba su insignificancia ahora afirma que su notoriedad demuestra su carácter obsoleto. Pero aquellos que piensan que los situacionistas han sido cooptados porque algunos fragmentos de sus obras han sido expuestos en museos, disecados en las universidades o discutidos en los medios de comunicación, probablemente no se han molestado en re-leerlos en los últimos tiempos.

Nuestros agitadores han difundido ideas que una sociedad de clases no puede digerir. Los intelectuales al servicio del sistema — cuyo declive es aún más obvio que el del mismo sistema — ahora están investigando cautelosamente a estos venenos con la esperanza de descubrir algunos antídotos; pero no lo conseguirán. Solían intentarlo tanto como para ser ignorados — pero igualmente en vano, tan grande es el poder de una verdad dicha en su tiempo... No preguntes ahora qué tan buenas eran nuestras armas: permanecen clavadas en la garganta del reinante sistema de mentiras. [In girum imus nocte et consumimur igni]

Me atrevo a decir que lo mismo probará ser cierto respecto a las películas de Debord, a pesar de todos los intentos de neutralizarlas.

Como el diagnosticador más penetrante de la época actual, no es de extrañar que Debord se haya vuelto cada vez más conocido, ni que esta notoriedad consista en gran medida de rumores hostiles sobre su vida personal e ideas falsas y absurdas acerca de sus proyectos y perspectivas. Afortunadamente, él es muy capaz de explicarse y defenderse por sí mismo, así que no creo que haya ninguna necesidad para que yo trate de hacerlo en su lugar aquí. Me tomaré, sin embargo, la libertad de citarle una vez más con el fin de refutar una de las falsificaciones más groseras y prevalecientes, que lo presenta como un artista o un estilista de la literatura que pasó por una fase radical, pero más tarde supuestamente se desilusionó y resignó:

Desde el principio me he dedicado a derrocar a esta sociedad, y he actuado en consecuencia. Asumí esta posición en un momento en que casi todo el mundo creía que esta sociedad despreciable (en su versión burguesa o burocrática) tenía el futuro más prometedor. Y desde entonces no he, como tantos otros, cambiado de opinión una o varias veces con el cambio de los tiempos; más bien han sido los tiempos los que han cambiado de acuerdo con mis opiniones. Esta es una de las principales razones que han provocado tal animosidad por parte de mis contemporáneos. [In girum]

Incluso aquellos que se quejan de la “oscuridad” de Debord deberían ser capaces de entender esta declaración con bastante facilidad. No afirmo que Debord esté más allá de toda crítica, sino simplemente que la mayoría de las críticas que se le han hecho hasta el momento han sido erróneas o irrelevantes. No debería hacer falta decir que venerar pasivamente a Debord va en contra de todo en lo que él creía. Se trata de asimilar lo que él tiene que decir, usar lo que parece pertinente, e ignorar lo que no. La verdadera cuestión planteada en estas películas no es lo que Debord hizo con su vida, sino lo que tú vas a hacer con la tuya.

KEN KNABB
Abril de 2003

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