PROLETARIOS Y BURGUESES
Son ellos que inventaron ese lindo aforismo: ¡ni proletario, ni burgués sino demócrata! Pero por favor ¿qué quiere decir demócrata?. Es una palabra de moda, banal, sin acepción precisa, una palabra de goma. ¿Qué opinión no lograría ubicarse en esa etiqueta? Todo el mundo se dice demócrata. ¿No sabe usted que M. Guizot es un demócrata? Son los enclenques que se complacen en esa vaguedad que les viene muy bien, tienen horror de puntos sobre las i.
Por eso prohíben los términos: proletarios y burgueses, justamente por tener un sentido claro y neto, por decir las cosas categóricamente. Eso es lo que les molesta, se los rechaza como provocadores de la guerra civil. ¿Dicha razón no os es suficiente para abrir vuestros ojos? ¿Y que otra cosa estamos obligados a hacer desde hacer tanto tiempo que la guerra civil? ¿Y contra quien?
Ah! Esa es precisamente la cuestión que tratan de embrollar por medio de la oscuridad de las palabras: se trata de impedir que las dos banderas enemigas se contrapongan frente a frente, para después del combate, poder arrancarle a quienes ganaron, los beneficios de la victoria y hacer que los vencidos, poco a poco, vuelvan a asumir la posición vencedores. No quieren que los dos campos adversos se designen por su verdadero nombre: proletariado, burguesía.
Augusto Blanqui 1852
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sábado, 9 de mayo de 2015
domingo, 1 de mayo de 2011
TOLERANCIA CERO PARA QUIENES QUEMAN NUESTRO FUTURO
(x Núcleo De Agitación Comunista/Redes Por La Autonomía Proletaria/Comité De La Imaginación)
“Oh, caballeros, la vida es corta... Si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabeza de los reyes.” W. Shakespeare
Hoy no es una fecha festiva. Que esté marcado como feriado en el calendario no lo hace igual a los otros pocos días de entre los 365 en que cada año aprovechamos para descansar un poco de la horripilante rutina a la que nos ha acostumbrado el trabajo asalariado.
Esta es una fecha, un día, como pocos, que fue arrebatado a la normalidad capitalista. Pero como todo enfrentamiento entre proletariado y capital, tuvo que pagarse con una tragedia: el encarcelamiento y ejecución de los Mártires de Chicago. Proletarios que a partir de las reivindicaciones a que el capital nos obliga a pelear, en tanto estamos obligados a vendernos como fuerza de trabajo, preparaban conscientemente el camino de la revolución social hasta el fin.
Hoy el capitalismo-espectacular superó la imaginación, superó las probabilidades, y sobrevive porque ha logrado adaptarse y mutar con gran eficacia. Se nos “representa” como la visión global y tolerante, pluralista y democrática, el fin natural del progreso -también natural- de la humanidad. La sociedad en que el “hombre/mujer libre” es capaz de decidir “sobre su vida”, en los escaparates del consumo, que ejerce la libertad de desplazarse en metro o micro de un punto a otro de los centros de distribución de mercancías humanas, animales, electrónicas y/o inanimadas.
En este mundo, invertido por la razón capitalista y estatal, la lucha frontal de los proletarios en contra del trabajo ha sido convertida en la “fiesta del trabajo”. O sea, en la celebración alegre y cobarde de nuestra propia esclavitud. No olvidemos que hoy los sindicatos nos mandan a marchar, a acumular fuerzas para “luchar por las reformas que el mundo laboral necesita” y así lograr el “trabajo digno”. Algunas “fuerzas de izquierda” hasta amenazan diciendo que los trabajadores no necesitamos a los capitalistas, ¡porque podemos auto-explotarnos y seguir trabajando autogestionadamente en la producción de nuestras propias mercancías!
Pero ¿por qué mendigar al Estado empleos “estables”? ¿Por qué seguir indefinidamente poniendo la vida al servicio de la acumulación de valor, de dinero, de mierda? ¿Para ser explotados-as indefinidamente? Nuestra clase no se va a levantar a estas alturas para reivindicar un “empleo estable”, un “trabajo digno”, un “trabajo decente”.
Ya pasaron los tiempos en que al luchar como clase exigíamos eternizar la propia servidumbre, la propia esclavitud cotidiana, en que se exigían cosas al Estado en su lenguaje propio de leyes y derechos, supervisores y reglamentaciones. Está más claro en todo el mundo que en 1886 el hecho de que aceptar las condiciones de explotación capitalista, su régimen salarial y su derecho al trabajo es una operación a la que sólo accedemos por la fuerza de la amenaza y la costumbre, por el terror económico y policial que impone sobre la casi totalidad de la gente desde hace unos cuantos siglos el Estado y el Capital (inseparables entre sí, como el Comunismo y la Anarquía). Pero está lejos de ser natural el aceptar venderse, el transformarse en cosa, en número de matrícula al servicio del capital y de la alta burguesía, de su estado y sus empresas, “públicas” y “privadas”, por eso siempre que existe miseria existe rebelión, y donde hay dominación estatal hay puntos de fuga que resplandecen dando una llama rojoscura.
Los izquierdistas de distintos colores nos dirán en este día que lo que nos falta es más democracia, o que el “poder” debiera volverse alguna vez “popular”. Pero los mecanismos de este sistema son tan democráticos como se necesita que sean en cada fase de desarrollo capitalista para que su clase acumule cada vez más dinero, y es obvio que ningún poder tiene por objetivo asegurarnos una existencia feliz y plena, sino que muy por el contrario, su objetivo es la destrucción de la unidad orgánica del proletariado y de sus intereses totales, en pos de la “organización” atomizada de los mismos según sus intereses parciales. Quieren hacernos luchar por los derechos correspondientes al individuo, las garantías del ciudadano (homus economicus), la vida de mierda del humano reducido a comprador y vendedor de mercancías.
Los sindicatos y partidos políticos son órganos vitales del Estado (siempre) burgués para desempeñar tal función. El verdadero partido comunista histórico es el proletariado en su más amplia expresión realizando simultáneamente la destrucción del poder y de la economía capitalista, interrumpiendo para siempre la producción de mercancías mediante actos ininterrumpidos de comunización.
Aprovechamos este día para expresar en actos nuestra más grande solidaridad con los-as proletario-as que viven y luchan en sus respectivos territorios alrededor del globo.
Reapropiémonos de la vida y reafirmemos nuestra humanidad. ¡Los proletarios del mundo reunidos en Chicago en 1886 no estaban luchando por trabajar más sino menos! Preparemos el futuro desarrollando y fortificando los lazos entre proletarios-as, construyendo redes de resistencia invisible afuera y contra toda mediatización, solidarizando activamente con los/ as compañeros/as castigados más duramente por el Estado/Capital, afuera de todo partido de izquierda o derecha, de todo sindicato, de toda asociación formal, de toda ONG... para hacer posible el único futuro humano que pueda poner definitivamente término a este horror que parece sin fin: la comunidad humana.
¡DICTADURA (ANTI-ESTATAL) DEL PROLETARIADO PARA LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO!
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