Forma y contenido
La democracia directa se define como la organización asamblearia de los individuos, cuya coordinación se da a través de delegados con mandato revocable. Al contrario que la democracia representativa, donde se elijen representantes por mayoría y después estos cobran autonomía sobre sus electores (que deben esperar hasta la próxima elección de representantes para revocarlo), aquí el mecanismo es otro. El delegado actúa como mero portavoz de quienes lo eligieron, la autoridad máxima siempre reside en la base, y nada se aprueba sin su mandato.
Hasta aquí la definición formal de la democracia directa. Podemos encontrar la forma de la democracia directa a través de la historia en los soviets rusos, los consejos obreros y las organizaciones de fábrica. Actualmente, pueden verse en las llamadas huelgas salvajes, donde los trabajadores se ven obligados a actuar al margen de las organizaciones sindicales tradicionales y elijen un comité o asamblea de huelga.
Pero por sobrevalorar la forma a veces se deja de lado el contenido, que es lo que pasa con el fetichismo por las luchas autoorganizadas y la organización asamblearia. Se suele pensar que la democracia directa se reduce a la aplicación de determinadas reglas (organización asamblearia, delegados con mandato revocable, todas las decisiones pasan por la asamblea, etc.). De esta manera la democracia directa se toma como un complemento necesario o deseable de la lucha de l@s oprimid@s. Esta posición es compartida tanto por las corrientes autoritarias (que la mayoría de las veces ven a la democracia directa como un formalismo que, si obstaculiza el éxito en la lucha por la dirección “revolucionaria” del conflicto, se transforma en un elemento contrarrevolucionario); como por las corrientes antiautoritarias que identifican a la democracia directa con sus reglas y ven en la proliferación de esta manera de organizarse un avance de l@s explotad@s, independientemente del contenido de sus luchas. Ambas corrientes basan sus posiciones a favor o en contra en la sobrevaloración de la forma en detrimento del contenido.
Democracia directa y autonomía
Yo creo que la condición y el resultado de la democracia directa es la participación de cada individuo al máximo de sus capacidades.
Ya que aunque se cumplan todas las “reglas” (el funcionamiento en asamblea, delegados con mandato revocable), puede no existir democracia directa. Una asamblea en la cual la mayoría sigue a l@s que se expresen mejor no es democracia directa. Bajo la máscara de la democracia directa, se está dando una “dictadura de l@s más capaces” .
El auto desarrollo integral de las personas en vistas de su autonomía individual y colectiva es una condición imprescindible para la realización del comunismo. En la revolución no hay atajos posibles, contrariamente a lo que algun@s puedan pensar. Las jerarquías se mantienen porque la mayoría se deja mandar. El establecimiento de reglas en las que formalmente se asegure la igualdad de l@s participantes no es garantía de que las jerarquías no se reproduzcan. La única garantía para combatir la división entre dirigentes y dirigid@s es que cada individuo actúe y piense por sí mismo. El único camino hacia la autonomía es la autonomía misma.
Las ideologías: obstáculo a la democracia directa
Para mí la lucha por la democracia directa no es solamente la negación de toda autoridad organizativa, sino la lucha contra toda ideología, contra todo pensamiento separado de la realidad con pretensiones de verdad apriorística. La ideología es un obstáculo para la democracia directa incluso en ambientes donde no existen jerarquías, ya que la ideología concibe a la acción como la ejecución del pensamiento y de esta manera los separa, perpetúa la división del trabajo manual e intelectual, los especialismos y los roles: esto es, la negación del individuo integral. Sólo los seres humanos plenos pueden ser individuos autónomos, la democracia directa es la comunidad de los seres humanos plenos.
Una asamblea donde todos los individuos determinen su praxis mediante una ideología no es democracia directa, porque eso es como hacer lo que el jefe quiere pero sin que el jefe te lo diga (o sin que el jefe exista). Aceptar las ideologías (incluso las denominadas “revolucionarias”) es aceptar su autoridad sobre nuestra praxis, y la democracia directa sólo es posible cuando los individuos actúan según sus deseos y necesidades reales, no los deseos y las necesidades alienados que la ideología les imprime.
Conclusión
Quien piense que la democracia directa no es la cuestión principal del comunismo, o que es secundaria ante otros objetivos como la socialización de los medios de producción, no ha entendido nada. Sin democracia directa no hay socialización de los medios de producción, solamente otro tipo de estatización. Pues la democracia directa es la expresión de la asociación libre de los productores libres, y esta es la única manera en que la producción sea común.
Quien considera a la democracia directa como un “lujo”, tiene como objetivo al capitalismo de Estado. Quien piense que para que “las masas” aprendan a vivir en democracia directa es necesario un “periodo de transición” bajo la guía de l@s revolucionari@s, solamente prepara el camino para una nueva dictadura sobre el proletariado. La sociedad de iguales hay que empezar a construirla ahora mismo, el tan mentado “periodo de transición” es el que estamos viviendo.
Quien piense que democracia directa e ideología no son excluyentes, no tiene en cuenta que la autonomía real de los individuos requiere la abolición de la separación entre pensamiento y acción, separación de la cual las ideologías son a la vez productos y reproductoras. Quien identifica subjetividad con ideología se equivoca, quien piense que no es posible vivir sin ideologías, no cree verdaderamente en la libertad de las personas.
No se puede pelear contra la alienación con medios alienados. Nuestros medios deben corresponder al fin. La democracia directa no es un sistema organizativo a aplicar, es la experiencia vital del comunismo, la autogestión de nuestras vidas. Es cuando cada individuo es protagonista sin ser jefe. Es la comunidad de am@s sin esclav@s, porque cada un@ sólo es am@ de sí mism@. Es el fin y es el medio a la vez.
Ricardo Fuego
03.05.2006
Escrito y digitalizado a Word por el
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
La democracia directa se define como la organización asamblearia de los individuos, cuya coordinación se da a través de delegados con mandato revocable. Al contrario que la democracia representativa, donde se elijen representantes por mayoría y después estos cobran autonomía sobre sus electores (que deben esperar hasta la próxima elección de representantes para revocarlo), aquí el mecanismo es otro. El delegado actúa como mero portavoz de quienes lo eligieron, la autoridad máxima siempre reside en la base, y nada se aprueba sin su mandato.
Hasta aquí la definición formal de la democracia directa. Podemos encontrar la forma de la democracia directa a través de la historia en los soviets rusos, los consejos obreros y las organizaciones de fábrica. Actualmente, pueden verse en las llamadas huelgas salvajes, donde los trabajadores se ven obligados a actuar al margen de las organizaciones sindicales tradicionales y elijen un comité o asamblea de huelga.
Pero por sobrevalorar la forma a veces se deja de lado el contenido, que es lo que pasa con el fetichismo por las luchas autoorganizadas y la organización asamblearia. Se suele pensar que la democracia directa se reduce a la aplicación de determinadas reglas (organización asamblearia, delegados con mandato revocable, todas las decisiones pasan por la asamblea, etc.). De esta manera la democracia directa se toma como un complemento necesario o deseable de la lucha de l@s oprimid@s. Esta posición es compartida tanto por las corrientes autoritarias (que la mayoría de las veces ven a la democracia directa como un formalismo que, si obstaculiza el éxito en la lucha por la dirección “revolucionaria” del conflicto, se transforma en un elemento contrarrevolucionario); como por las corrientes antiautoritarias que identifican a la democracia directa con sus reglas y ven en la proliferación de esta manera de organizarse un avance de l@s explotad@s, independientemente del contenido de sus luchas. Ambas corrientes basan sus posiciones a favor o en contra en la sobrevaloración de la forma en detrimento del contenido.
Democracia directa y autonomía
Yo creo que la condición y el resultado de la democracia directa es la participación de cada individuo al máximo de sus capacidades.
Ya que aunque se cumplan todas las “reglas” (el funcionamiento en asamblea, delegados con mandato revocable), puede no existir democracia directa. Una asamblea en la cual la mayoría sigue a l@s que se expresen mejor no es democracia directa. Bajo la máscara de la democracia directa, se está dando una “dictadura de l@s más capaces” .
El auto desarrollo integral de las personas en vistas de su autonomía individual y colectiva es una condición imprescindible para la realización del comunismo. En la revolución no hay atajos posibles, contrariamente a lo que algun@s puedan pensar. Las jerarquías se mantienen porque la mayoría se deja mandar. El establecimiento de reglas en las que formalmente se asegure la igualdad de l@s participantes no es garantía de que las jerarquías no se reproduzcan. La única garantía para combatir la división entre dirigentes y dirigid@s es que cada individuo actúe y piense por sí mismo. El único camino hacia la autonomía es la autonomía misma.
Las ideologías: obstáculo a la democracia directa
Para mí la lucha por la democracia directa no es solamente la negación de toda autoridad organizativa, sino la lucha contra toda ideología, contra todo pensamiento separado de la realidad con pretensiones de verdad apriorística. La ideología es un obstáculo para la democracia directa incluso en ambientes donde no existen jerarquías, ya que la ideología concibe a la acción como la ejecución del pensamiento y de esta manera los separa, perpetúa la división del trabajo manual e intelectual, los especialismos y los roles: esto es, la negación del individuo integral. Sólo los seres humanos plenos pueden ser individuos autónomos, la democracia directa es la comunidad de los seres humanos plenos.
Una asamblea donde todos los individuos determinen su praxis mediante una ideología no es democracia directa, porque eso es como hacer lo que el jefe quiere pero sin que el jefe te lo diga (o sin que el jefe exista). Aceptar las ideologías (incluso las denominadas “revolucionarias”) es aceptar su autoridad sobre nuestra praxis, y la democracia directa sólo es posible cuando los individuos actúan según sus deseos y necesidades reales, no los deseos y las necesidades alienados que la ideología les imprime.
Conclusión
Quien piense que la democracia directa no es la cuestión principal del comunismo, o que es secundaria ante otros objetivos como la socialización de los medios de producción, no ha entendido nada. Sin democracia directa no hay socialización de los medios de producción, solamente otro tipo de estatización. Pues la democracia directa es la expresión de la asociación libre de los productores libres, y esta es la única manera en que la producción sea común.
Quien considera a la democracia directa como un “lujo”, tiene como objetivo al capitalismo de Estado. Quien piense que para que “las masas” aprendan a vivir en democracia directa es necesario un “periodo de transición” bajo la guía de l@s revolucionari@s, solamente prepara el camino para una nueva dictadura sobre el proletariado. La sociedad de iguales hay que empezar a construirla ahora mismo, el tan mentado “periodo de transición” es el que estamos viviendo.
Quien piense que democracia directa e ideología no son excluyentes, no tiene en cuenta que la autonomía real de los individuos requiere la abolición de la separación entre pensamiento y acción, separación de la cual las ideologías son a la vez productos y reproductoras. Quien identifica subjetividad con ideología se equivoca, quien piense que no es posible vivir sin ideologías, no cree verdaderamente en la libertad de las personas.
No se puede pelear contra la alienación con medios alienados. Nuestros medios deben corresponder al fin. La democracia directa no es un sistema organizativo a aplicar, es la experiencia vital del comunismo, la autogestión de nuestras vidas. Es cuando cada individuo es protagonista sin ser jefe. Es la comunidad de am@s sin esclav@s, porque cada un@ sólo es am@ de sí mism@. Es el fin y es el medio a la vez.
Ricardo Fuego
03.05.2006
Escrito y digitalizado a Word por el
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
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