sábado, 26 de septiembre de 2009

Comunicado a los militantes proletarios en lucha en Honduras

Escrito x Proletarios por la autonomía de clase y la revolución social

proletariosporlaautonomia@yahoo.com

Quienes somos y por qué este comunicado

Somos un grupo de proletarios de distintos países sudamericanos y europeos que nos sentimos y nos sabemos hermanados con la lucha de las masas proletarias y campesinas contra la dictadura cívico-militar surgida del golpe del 28 de junio.

Nosotros no somos demócratas, aunque defendamos la democracia representativa como alternativa progresiva ante otros regímenes políticos con menores libertades formales. No somos ni partidarios de Mel Zelaya ni del panamericanismo de tipo chavista, aunque no ignoramos que su propuesta de capitalismo es menos asesina que la de los partidos y políticos neoliberales del común.

Luchamos por una sociedad donde el libre desarrollo del individuo sea el fundamento del libre desarrollo de la comunidad. Reconocemos al capitalismo como una forma de sociedad contraria a este objetivo, basada en una guerra de todos contra todos y, al mismo tiempo, en una dominación de clase corporizada en la existencia de las instituciones estatales, que mediante el monopolio de la fuerza, la ley y la legitimidad, aseguran la prevalencia de los intereses de clase de la burguesía por encima de los intereses del resto de la humanidad. Por lo tanto, reconocemos nuestra condición de proletarios, de clase explotada por el capital, como base para luchar por la supresión de la sociedad capitalista y de todo tipo de sociedad basada en la explotación (incluso si se llama a sí misma socialista o comunista).

Nuestro objetivo político específico como proletarios revolucionarios, es la construcción de un movimiento revolucionario del proletariado a nivel mundial, orientado a la supresión de la sociedad capitalista y la construcción de una sociedad libertaria. Pero al mismo tiempo que luchamos por este objetivo específico, seguimos siendo proletarios que viven en esta sociedad capitalista, y por lo tanto compartimos los padeceres cotidianos de las masas proletarias de todos los países del mundo, y sus luchas generales contra estos padeceres.

Uno de los objetivos generales que compartimos con el conjunto de nuestra clase es la lucha por reducir la explotación y mejorar nuestras condiciones de vida. Esto significa que somos parte y apoyamos el combate contra todo intento de las clases dominantes de intensificar la explotación y todas las formas de dominación y opresión política y cultural. Llevando esto a lo concreto, apoyamos a las masas en lucha en Honduras y compartimos sus objetivos inmediatos de denunciar y combatir las violaciones a los derechos civiles y políticos por el Estado hondureño, derrocar al régimen golpista, e impulsar un desarrollo de la democracia que permita una mayor participación ciudadana en los asuntos del país.

Hacemos todo esto sin renunciar a nuestra perspectiva y objetivos específicos. Todo lo contrario. Pensamos que la perspectiva de clase y la autonomía proletaria no pueden construirse al margen de las luchas cotidianas de los proletarios de carne y hueso. Por más que tengamos objetivos que trascienden a los objetivos actuales de las masas hondureñas en lucha (que por ahora están limitados a la democracia burguesa[1]), como dijimos antes, seguimos siendo, en nuestra vida social práctica, proletarios que viven en la sociedad capitalista. Y no hace falta mucho cerebro para darse cuenta que vivir bajo una dictadura es peor que vivir bajo un régimen democrático; que tomar una actitud pasiva ante semejante retroceso político significaría, para las masas trabajadoras, una derrota histórica que las hundiría en un clima de sumisión y servilismo, incluso si, como pretende el gobierno golpista, se mantiene formalmente el régimen democrático.

Si bien dentro de la democracia burguesa también se nos reprime cuando luchamos de forma consecuente por nuestros intereses, esa represión debe darse dentro del “juego democrático” en el cual, aparte de explotados, somos ciudadanos libres con derechos y garantías constitucionales, entre los cuales se incluye nuestro derecho a participar (vía electoral, parlamentaria, e institucional) en las decisiones sobre materia pública.

Por lo tanto, como nuestro punto de partida es la situación real de los proletarios reales, y no nuestra propia consciencia, como nuestro punto de partida son las luchas actuales del proletariado y no nuestros propios deseos, renunciamos al punto de vista ideológico de muchos grupos izquierdistas, que piensan que “los revolucionarios” deben abstenerse de toda lucha con objetivos limitados al sistema capitalista, y dedicarse a hacer propaganda anticapitalista abstracta.

Renunciamos también a toda forma de oportunismo. No ocultaremos cual es nuestro verdadero pensamiento ni festejaremos acríticamente toda medida tomada por el movimiento popular con el sólo objetivo de conseguir más adeptos a nuestras ideas.

Renunciamos también a toda forma de educacionismo y vanguardismo. Nuestra posición no se basa en un transfondo de tipo “vamos a acompañar la experiencia de las masas atrasadas y expliquemos pacientemente para que así puedan llegar a nuestra consciencia”. No “intervenimos” en las luchas proletarias, formamos parte de ellas porque nuestra condición de clase sigue siendo proletaria por más que cambiemos de ideas políticas y de aspiraciones personales para nuestras vidas. Que tengamos una concepción de las necesidades y capacidades humanas más allá de la mera supervivencia no significa que no tengamos que luchar por nuestra supervivencia, la propia y la de nuestros hermanos.

Somos conscientes de que una derrota del movimiento popular hondureño no se limitaría a las fronteras de Honduras, sino que envalentonaría al imperialismo yanqui y a los sectores más reaccionarios de la burguesía latinoamericana para asegurar el “blindaje” de sus democracias[2] e, incluso, revertir las tímidas medidas de los gobiernos “latinoamericanistas” destinadas a incrementar la participación popular en los asuntos nacionales y regionales y a disminuir la injerencia del imperialismo yanqui en los asuntos regionales.

Por todo esto nos interesa lo que pase en Honduras porque son nuestros intereses de clase los que están en juego allí, son nuestros hermanos los que están luchando allí. Por eso estamos por el avance del movimiento popular democrático (y de las posiciones del proletariado dentro de él) y por la derrota del régimen golpista. Porque la victoria del movimiento popular democrático será, al mismo tiempo, una victoria inmediata del proletariado hondureño y una victoria estratégica del proletariado latinoamericano en el camino a su autonomía de clase.

Aunque no estamos físicamente con ustedes, sepan que sí lo estamos con nuestro corazón y también con nuestras mentes. Es poniendo nuestras mentes al servicio de la victoria de nuestros intereses comunes, que les hacemos llegar estas reflexiones a la distancia (meramente física), que intentan ser un aporte de utilidad a esta lucha que nos involucra.

Los objetivos de los golpistas y la lucha contra ellos

El objetivo del golpe fue destituir al presidente Manuel Zelaya que, contrariamente a los intereses del imperialismo yanqui y de la burguesía hondureña, había girado políticamente hacia el chavismo y pretendía la elección de una Asamblea Constituyente que replanteara las bases de la democracia burguesa en Honduras.

El objetivo del régimen cívico-militar presidido por Roberto Micheletti es quebrar la resistencia popular y generar las condiciones para que el retorno a la democracia constitucional sea en términos favorables para el imperialismo yanqui y la burguesía hondureña. En otras palabras, que el pueblo hondureño se olvide de cualquier reforma más o menos importante del sistema político y de cualquier incremento cualitativo de la participación ciudadana en los asuntos públicos.

Cuando los medios de comunicación no son lo suficientemente efectivos para inducirnos a la apatía y a la resignación, cuando ya no basta con el engaño para mantenernos callados y serviles, vienen los palos y las balas. Los palos y las balas de las fuerzas represivas y los palos y las balas de la clase política y de los medios de comunicación. Normalmente la policía es suficiente para controlar físicamente al pueblo. Pero cuando esto no es así, se revela que las fuerzas armadas constituyen la fuerza policial de reserva que las clases dominantes usan contra las masas[3].

El objetivo de los golpistas, entonces, está claro. Quebrar la resistencia popular al golpe y asegurar una vuelta al orden constitucional donde sus crímenes queden impunes y donde no haya posibilidad de reformas importantes al sistema político. Ellos no quieren otra Venezuela.

Pero esto no debe ser una razón para desviar nuestra mirada crítica de los métodos de lucha y del discurso de quienes actualmente están liderando el movimiento antigolpista. En el frente contra el golpe hay líderes políticos y sindicales cuyo objetivo es la preservación del capitalismo y, más que la victoria popular, el regreso al orden democrático institucional. Se les distingue con facilidad: son aquellos más enfocados en la condena moral del régimen golpista en los foros institucionales que en su derrota material por las masas organizadas. Son aquellos más interesados en conseguir la solidaridad de presidentes y de “líderes mundiales” que en la cooperación internacionalista de los pueblos latinoamericanos. Son aquellos más enfocados en las medidas institucionales a ser realizadas por jefes y expertos en reuniones a puerta cerrada que en las medidas de acción directa a ser realizadas por quienes ponen el cuerpo todos los días. Son aquellos más interesados en negociar, parlamentar, escribir y leer discursos, que en imponer los intereses de las masas populares. Son quienes pretenden que todo gire alrededor de la figura y los discursos de Zelaya, y no de las necesidades y las capacidades de las masas trabajadoras en lucha.

Si la dirección de la lucha antigolpista sigue orientada a la “resistencia pacífica” para restaurar “el orden constitucional”, y si su principal método de lucha sigue consistiendo en marchas y concentraciones preanunciadas -que dejan a las masas en una posición vulnerable ante la represión estatal-, el movimiento democrático popular se irá desgastando y cada vez se irán generando más condiciones para que la salida a la crisis sea negociada por arriba. Lo cual es el objetivo compartido tanto por los golpistas como por los políticos profesionales que se ponen, de cara a la prensa internacional, a la cabeza de la lucha del pueblo hondureño. La salida negociada por arriba, además de garantizar la impunidad de los golpistas cívico-militares, cerrará la puerta a la profundización de la democracia y de la autoorganización ciudadana hondureña (que fue lo que motivó a la clase dominante, sus partidos políticos, y el ejército, a dar el golpe en primer lugar).

El enfrentamiento físico con las fuerzas represivas tiene el aspecto positivo de forjar en la lucha abierta contra el Estado a la parte del movimiento -en la cual prima la juventud- que está más radicalmente comprometida con la lucha contra la dictadura. Pero esto es a costa de exponer a la cárcel y a la muerte a los mejores elementos del movimiento popular y de generar un aislamiento entre esta minoría importante y el resto de la masa que no tiene la misma disponibilidad combativa (por lo cual tenderá a delegar el combate a las fuerzas del Estado en la nueva capa especializada).

Tanto para protegerse de la represión como para prevenir la especialización de una minoría en el combate físico contra las fuerzas represivas del gobierno golpista, es necesario que las condiciones de este combate sea establecidas por el mismo movimiento, y no por el enemigo. Para atacar al régimen en su núcleo y a la vez desde múltiples puntos, es necesario concentrar las fuerzas en la construcción de un poder de masas en cada barrio, en cada comunidad, en cada aldea, y rehuir la confrontación abierta con las fuerzas represivas cuando están prevenidas y mejor pertrechadas y preparadas para ella.

Sin autonomía no habrá victoria del movimiento, o ésta se transformará en la victoria de unos pocos

Para que la acción directa de las masas no sea encorsetada por los discursos y los métodos de los jefes, es preciso que el movimiento se desarrolle más allá de la división dirigentes/dirigidos. O sea, que su dirección sea un asunto de todos los que participen en él, y no de una élite dirigente. La mejor manera de lograr esto es enfocarse no sólo en la transformación de las estructuras políticas a nivel nacional, sino la transformación de la vida cotidiana.

La actividad consciente dirigida a transformaciones políticas y económicas exige un conocimiento que las masas sólo pueden adquirir en la misma lucha. A pesar de que las insurrecciones logran que las capacidades latentes que los individuos tienen para esta tarea despierten y sufran un desarrollo acelerado, este desarrollo tiende a ser insuficiente para compensar el atraso del que se partió, y por lo tanto luego de una breve experimentación espontánea de la autonomía, las masas tienden a volver a confiar en los viejos métodos consistentes en exigir a la autoridad lo que pueden tomar por ellas mismas, y a delegar la dirección de sus asuntos en los líderes y militantes que ya tienen una experiencia previa en lo institucional y en los movimientos sociales.

Este delegar sus asuntos por parte de las masas, sea ésta la voluntad de los líderes y militantes (muchas veces sí la es), genera una dinámica dentro del mismo movimiento de lucha que reproduce las jerarquías y la centralización de poder características del enemigo al que se combate. Es natural que algunas personas desarrollen mayores aptitudes que otras en algunas actividades y que, por lo tanto, en esas actividades ellas adquieran un liderazgo. También es natural que debido a la diversidad de experiencias de vida -y por lo tanto de consciencia-, algunas personas hayan ingresado antes que otras a la militancia social y política y estén mejor formadas para tareas características del cambio social y de la lucha política. Pero este desarrollo desigual de los individuos es un problema a resolver, no una premisa para justificar que unos se ocupen de mandar y otros de obedecer. Es un problema histórico, no algo propio de la “naturaleza humana” o así.

Por eso un movimiento socio-político, si quiere avanzar en sus objetivos y no estancarse, debe ser al mismo tiempo un movimiento por el desarrollo personal de los individuos que lo integran. En los movimientos sociales hay muchos ejemplos individuales de heroísmo. Pero los héroes individuales no deben estar para ser canonizados, sino para ayudar a construir al héroe colectivo. Los líderes no deben estar para ser seguidos, sino para tomarles como ejemplo de lo que podemos ser. Los militantes no han de estar para decir qué hacer al común de la gente, sino para transmitir su experiencia para que tod@s aprendamos a hacerlo por nosotr@s mism@s.

Paralelamente a las organizaciones y frentes que ya existen, será necesaria la creación de nuevas organizaciones que cubran los vacíos actuales en el desarrollo de la autonomía individual y colectiva de las masas que luchan. Y una participación cualitativamente distinta en los espacios oficiales de la resistencia antigolpista, de forma que domine la voluntad y la iniciativa de las bases del movimiento popular, tanto para prevenir el estancamiento como los manejos de los jefes a espaldas de las masas.

Pero la organización no precede a la lucha, sino que es uno de sus elementos. La organización autónoma permanente es el resultado de las luchas autónomas, y no al revés.

El movimiento y los métodos de lucha

La huelga general, el boicot comercial y la toma de los edificios públicos, son métodos que tienen sus virtudes pero también sus limitaciones. Es necesario explorar otras vías de lucha como el sabotaje, el desvío de los recursos empresariales para generar emprendimientos comunitarios, y la toma de fábricas, empresas de transporte, imprentas, y escuelas. Pero no con el objetivo de hacer demandas al poder, sino de construir un poder propio de las masas populares y dotar de recursos al movimiento de lucha.

Lo posible no se consigue a la manera posibilista. La lucha contra un régimen que ha suprimido las garantías democráticas y tiene al ejército en la calle, aun si tiene como objetivo la restitución de la democracia burguesa, requiere fundamentalmente de métodos insurreccionales y de democracia directa, no de métodos legalistas. Porque sólo la autoorganización ciudadana radical, que debe incluir formas de autogestión de la vida económica y social, puede forzar la derrota de un enemigo enquistado en el poder político, que representa al grueso de la clase dominante y que cuenta con todas las fuerzas represivas materiales e ideológicas a su disposición. Los métodos institucionales han se subordinarse a la acción directa de las masas, no al revés.

La autoorganización ciudadana es la verdadera base de masas de la democracia avanzada. La efervescencia popular, producto de la resistencia contra el gobierno golpista, es un impulso que, dirigido de manera consciente y no sólo hacia objetivos contestatarios, permite generar redes de nuevas relaciones comunitarias que, al mismo tiempo que promueven formas de lucha más eficientes contra el régimen (pues no se necesita la mediación de jefes, ni todo debe pasar por un mecanismo de representación), expanden la consciencia y la visión de las masas hacia objetivos comunitarios positivos.

“Afectar el normal desenvolvimiento de las operaciones comerciales de las empresas promotoras, financiadoras y ejecutoras del golpe político-militar”[4] es un objetivo que ya ha sido logrado espontáneamente por la misma resistencia antigolpista, no es algo que sirva para el avance del movimiento democrático de masas hacia sus objetivos últimos. El boicot comercial es un método limitado a afectar la imagen pública de una marca y una empresa determinada, con cierto margen de pérdidas. Pero de lo que aquí se trata es de atacar y derribar económicamente al pilar empresarial del régimen golpista. Se trata de que la propia clase obrera hondureña ponga la producción y la circulación de los bienes al servicio de las necesidades populares y de la campaña en favor de una transformación democrática profunda.

El movimiento y los medios de comunicación

Es evidente que los medios de comunicación están junto al régimen golpista. Pero lo están como socios y no solamente como laderos o empleados. Los medios de comunicación son empresas capitalistas, y por lo tanto son los intereses de clase de sus dueños, intereses de clase comunes al resto de la clase capitalista, los que están siendo protegidos a través de su propaganda a favor del régimen y contra las masas populares en lucha.

Más que repudiar moralmente a los medios de comunicación golpistas por defender sus propios intereses, es necesario construir y fortalecer una red de medios de comunicación propios. Es preciso el establecimiento y protección de las actuales emisoras de radio y TV comunitarias, la edición de periódicos y pasquines propios, recuperar imprentas y ponerlas en manos del movimiento popular. Los medios de comunicación masivos que son cómplices con el golpe de Estado no funcionarían sin trabajadores. Es preciso llegar a esos trabajadores dentro de los medios gráficos para que los pasquines golpistas que reflejan los intereses de la clase dominante y sus voceros políticos e intelectuales sean reemplazados por medios de expresión de los trabajadores de la ciudad y el campo. Organizar la toma de las emisoras de radio y TV golpistas por sus trabajadores y periodistas independientes organizados, que también pueden ser asesorados o asistidos por estudiantes universitarios de las ciencias de comunicación y por técnicos del área.

El movimiento y los elementos democráticos dentro de las fuerzas represivas

Es muy probable que en el ejército y en la policía haya elementos democráticos contrarios tanto a la ruptura del orden democrático como a apuntar sus armas contra el pueblo. Sería un buen avance una aproximación de los luchadores proletarios a estos sectores, que, en tanto estén organizados clandestinamente dentro de los mismos cuerpos, pueden colaborar tanto en inteligencia (avisarnos de las medidas represivas que el Estado planea) como militarmente (ayudarnos a preparar las medidas de resistencia a la represión).

La coyuntura particular decidirá si conviene que estos miembros de la policía y del ejército que se opongan a la represión deserten de sus cuerpos o desarrollen tareas clandestinas dentro de ellos; pero lo esencial es buscar su integración en tareas comunitarias positivas, para romper su aislamiento psico-social del pueblo promovido por la educación y la jerarquía policial-militar, y para contrarrestar los efectos generales de la educación corporativa y autoritaria mediante la práctica de relaciones sociales basadas en la cooperación y la autonomía.

De “la lucha contra” a “la lucha por”

El principal sostén de este sistema no es tanto su poder militar, jurídico o económico. Es su poder espiritual, que sólo puede sostenerse mediante la limitación de nuestro desarrollo personal y comunitario. Es preciso tomar las riendas de nuestras vidas en todos los sentidos. No se trata solamente de no dejarnos engañar, se trata de desarrollar nuestra autonomía para pensar por nosotros mismos. No se trata solamente de no dejarnos mandar, sino de desarrollar nuestra autonomía para adecuar nuestra actividad a nuestras necesidades y capacidades reales.

Las redes de relaciones que se generan espontáneamente en la resistencia contra el capital y el Estado pueden trascender el objetivo de la lucha contra una fuerza exterior y ser convertidas en formas estables de relaciones comunitarias que contribuyan a la construcción de la autonomía individual y colectiva.

Los pueblos nunca son un bloque homogéneo, como tendemos a pensar gracias a la ideología estatal y aquella de los medios de comunicación. En todo pueblo existe una variedad humana y cultural que, si se compartiese y se realimentase, enriquecería nuestras vidas a tal grado que ya no aceptaríamos la “vida” que este sistema nos ofrece.

He aquí algunas propuestas para en ese sentido:

· Intercambio fraternal de conocimiento y de experiencia entre trabajadores de las distintas ramas de la producción.

· Bachilleres y talleres de capacitación para los sectores populares más golpeados por la marginación y la ignorancia.

· Creación de talleres de diversidad cultural: talleres de género, de cultura aborigen, de filosofía, de política, de historia mundial, continental y nacional, de historia del movimiento obrero, de salud, de educación sexual y reproductiva, terapias grupales, de capacitación emocional, de meditación, de espiritualidad, de ecología, de alimentación.

Cada individuo tiene dentro suyo algo valioso que compartir con los demás, más allá de si tiene o no un título colgado en la pared.

Algunas reflexiones finales

En toda la historia de la lucha proletaria contra el capitalismo, la fortaleza de las masas explotadas nunca radicó en su número, sino en las relaciones sociales que fueron capaces de producir en su lucha. Relaciones sociales superadoras a aquellas que conforman el modo de vida capitalista, las cuales nos condenan a ver al otro como amenaza y no como promesa, a ser mulas de carga por 8 o más horas al día bajo el látigo de la exclusión y del hambre. Cuando con una correcta organización comunitaria de la economía, resolveríamos las necesidades básicas de todos los seres humanos trabajando menos tiempo y en mejores condiciones, y por lo tanto teniendo más tiempo y energía para dedicarnos a satisfacer necesidades humanas más elevadas que las de la supervivencia.

Contrariamente a lo que dice el “sentido común”, la fortaleza de los movimientos socio-políticos, su capacidad real de hacer historia, no está en la capacidad de juntar la mayor cantidad de gente bajo un mínimo denominador común, sino en la de adecuar su actividad a los objetivos que son realizables en ese momento (que suelen ser más de los que dicta el “sentido común”, tendente a pensar que sólo es posible lo que nos resulta familiar y mejorarlo).

Si tanto los de arriba, como nuestros “amigos” que quieren estar arriba, nos dicen que lo mejor que podemos conseguir para satisfacer nuestra sed es un vaso de agua turbia, nos dirán que nuestra esperanza está en juntar el máximo de nuestras fuerzas por ese vaso de agua turbia, y que aspirar a más servirá para quedarnos con sed. Pero ni bien una persona descubra y demuestre que es posible obtener un vaso de agua limpia, éste se transformará en el objetivo general. Una vez la calidad adecuada se consigue, la cantidad viene sola.

Por lo tanto, es la calidad lo que más importa. La radicalización de la lucha (y radicalización significa ir a la raíz) es lo que precede a la extensión de la lucha radical.



[1] Aunque una democracia burguesa más avanzada de lo que las burguesías yanqui y hondureña están dispuestas a conceder.

[2] Decimos “sus” democracias porque si bien el proletariado también vive dentro de estas democracias y ha luchado por reformarlas a su favor (pues ni el sufragio universal ni los derechos laborales estaban en los planes originales de la burguesía democrática), no dejamos de tener en cuenta que el contenido social de los regímenes democráticos sigue siendo clasista, sigue siendo burgués. Sea el régimen democrático o dictatorial, gobiernen liberales o conservadores, nacionalistas o pro-imperialistas, republicanos o demócratas, derecha o izquierda, si la burguesía sigue siendo la clase dominante su gran influencia política, ideológica y cultural en la vida nacional quedará intacta, y “la” patria será su patria, “el” gobierno será su gobierno, “el” poder judicial será su poder judicial.

[3] Los ejércitos, supuestamente existentes para defender a la patria de la agresión exterior, son en realidad la fuerza gendarme del sistema capitalista. Los países imperialistas utilizan sus fuerzas armadas para invadir y ocupar países con recursos naturales o una posición geopolítica importante para la propia clase dominante (en competencia con las clases dominantes de otros países imperialistas). La lucha contra el terrorismo y por la democracia es su justificativo. En los países no-imperialistas, el ejército se adiestra bajo la doctrina de la seguridad nacional. Su principal hipótesis de conflicto siempre es el propio pueblo, y su principal estrategia es la contra-insurgencia. Con la ocupación de Haití por ejércitos latinoamericanos bajo el mando estratégico del imperialismo yanqui, tenemos un ejemplo de los ejércitos como fuerza policial del sistema capitalista.

[4] Comunicado Nº 19 del Frente Nacional contra el Golpe de Estado. http://contraelgolpedeestadohn.blogspot.com/2009/08/comuninado-19.html

sábado, 12 de septiembre de 2009

A 36 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO: PROFUNDIZAR LA RUPTURA TOTAL CON LA SOCIEDAD DE CLASES.

“Cuanto más desarrollada, más ‘pura’ es la democracia, más abierta y cruel es la lucha de clases, y más claramente se manifiesta la ‘pureza’ de la opresión del capital y la dictadura de la burguesía” (Internacional Comunista, Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria, 1919).

Resulta imposible comprender tanto lo que fueron el régimen de la Unidad Popular y la dictadura liderada por Pinochet, sin referirse a la naturaleza de clase del reformismo de izquierda y al nuevo ciclo de agitación proletaria que se inició en todo el globo a partir de los últimos años de la década del 60 y la manera en que afectó la dominación capitalista global.

Si ya el mismo Marx había definido a la socialdemocracia como la unión entre sectores proletarios que limaban la punta de su programa socialista con sectores pequeño-burgueses que radicalizaban sus demandas democráticas, durante el siglo XX la socialdemocracia y sus variantes de izquierda (el “leninismo” –segunda gran deformación del marxismo- en todas sus formas) pasaron a desempeñar abiertamente el rol de contención y encuadre de los proletarios, poniéndolos al servicio del modo de producción capitalista (privado, de Estado o mixto). Contención: para evitar la ruptura comunista. Encuadre: haciendo que los trabajadores se sientan orgullosos de ser un engranaje del sistema capitalista, e integrándolos al mismo mediante sus partidos y sindicatos.

Si algo pudiera darnos nostalgia del período histórico abierto a fines de los 60 y que para nosotros en Chile se cerró violentamente en 1973, no se trata de los partidos de la izquierda estatalista de mierda que tuvimos durante la mayor parte del siglo XX, ni las bondades de un capitalismo diferente del actual, pero que esencialmente es lo mismo: un régimen de explotación y dominación de la mayoría a costa de unas cuantas familias. Lo que se puede echar de menos de esa época son los niveles de conciencia de clase y auto-actividad proletaria por el socialismo desde abajo, que en el llamado “segundo asalto proletario contra la sociedad de clases” se empezaron a instaurar por todas partes, en las calles, fábricas, escuelas y cárceles. Esta oleada de comunismo en actos se hizo fuerte a partir de 1967/68 y duró casi una década. Luego de eso, el capitalismo tuvo profundas reestructuraciones que han implicado una verdadera “contra-revolución” donde se ha impuesto el modelo llamado “neoliberal”.

Pero el capitalismo es, al mismo tiempo, en parte invariante, y en parte tremendamente flexible. Y dado que la nostalgia es reaccionaria, tenemos que sacar nuestra poesía del futuro, pero el conocimiento y valoración de las distintas etapas previas de la lucha de clases debe alimentar nuestras conversaciones, debates y reflexiones. Atacar toda mistificación, para reconocer en cada momento las fuerzas que en realidad estaban en pugna, asumiendo que en un sentido histórico hay sólo dos grandes bandos: los que quieren mantener el orden social clasista, y los que queremos derribarlo.

En el primer bando debemos inscribir a todos los partidos, sindicatos y organizaciones que representan la izquierda del capital, incluyendo por supuesto ahí a la llamada “Unidad Popular”: una versión renovada de los frentes populares con los que la contra-revolución estalinista impuso la colaboración de clases a partir de los años 30. En el segundo bando, debemos rastrear por debajo de toda esa mierda reformista para encontrarnos con la autoactividad proletaria expresada en expropiaciones y luchas colectivas, y que se intentó organizar en cordones industriales y comandos comunales. Lamentablemente, en estas experiencias de contrapoder proletario la clase se vio aislada y saboteada por los partidos que decían representarla: no podía ser de otra forma, y es por eso que llamamos “izquierda del capital” a toda esa bosta que ya era maloliente en 1970 y que reciclada ha llegado hasta nuestros tiempos encumbrándose en el poder estatal para administrar mejor el capitalismo total.

Pese a los esfuerzos de muchos militantes de base, el proletariado fue arrojado sin armas (ni materiales ni “ideológicas”) al callejón sin salida de la reacción, confirmando una vez más la famosa sentencia conocida por todo movimiento revolucionario: “quienes hacen revoluciones a medias, cavan su propia tumba”. Por eso, cuando se habla de “derrota”, hay que distinguir: pese al fracaso de las ilusiones socialdemócratas sobre la llamada “vía chilena al socialismo”, el reformismo en realidad no fracasó, puesto que su misión real que es la de administrar por la izquierda el funcionamiento del capitalismo. Fue exitoso en su desarme del proletariado, y las consecuencias las sufrió toda la clase, no sólo en ese momento, sino que hasta el día de hoy. Al efecto, basta con recordar como en el Cordón Cerrillos el 11 en la mañana la resistencia espontánea y heroica de obreros y obreras que levantaron barricadas sin esperar órdenes de arriba no se vio acompañada de la entrega de armas por parte de los partidos y orgánicas que supuestamente se habían estado preparando para una situación de crisis.

Durante la dictadura, el reformismo siguió desarmando a los proletarios: ahora se trataba de luchar a favor de la democracia, contra Pinochet, y no contra el capitalismo. La izquierda del capital se dedicó a castrar la lucha de masas contra la dictadura promoviendo el “antifascismo”, en rigor una nefasta ideología secretada por el cerdo estalinista de Dimitrov para justificar la colaboración de clases. De ahí sus límites: fue una lucha “contra Pinochet” (una persona), por la “democracia” a secas. Y cuando esa palabra se usa sin apellido, se trata siempre de la democracia burguesa.

Por eso es que a 20 años de la “salida democrática” en que Pinochet le entregó el mando a uno de los principales golpistas del 73 (Patricio Aylwin), podemos comprobar que en democracia la dominación capitalista es más total, más invisible, más perfecta. Así, la democracia se ha mostrado en varios sentidos como más represiva que la dictadura. 2 ejemplos:

-En “dictadura”, para entrar a los campus universitarios se requería, formalmente al menos, de la autorización de las autoridades universitarias. En el primer año del gobierno de Aylwin el fascista Espina hizo aprobar una Ley que autoriza a la policía a ingresar a donde quiera si considera que hay “delito flagrante”.

-El sistema penal, esa picadora de carne proletaria, encerraba a menos de 20 mil personas en 1990. Ahora hay más de 53 mil presos, y una avalancha de vigilancia y represión dirigida especialmente contra los sectores antagonistas.

La dominación capitalista es siempre una mezcla de dictadura y democracia: necesita la democracia para legitimarse como una sociedad racional y dialogante; y la dictadura, porque el capitalismo nace del uso de la fuerza, primero una suma de “fuerzas privadas”, y luego al crear su Estado, convierte esa violencia en “fuerza pública” y espectáculo punitivo.

En el momento actual, el nivel de insatisfacción ante la colonización destructiva de todo por el capital (dictadura del trabajo y el tiempo muerto), los gritos de protesta y los ataques difusos contra el sistema están empezando a incrementarse notablemente. Y a diferencia del lastre democrático burgués que operó en dictadura y hasta bien entrados los 90, ahora el antagonismo y los ataques contra el aparato represivo del Estado y el Capital no provienen de organizaciones “leninistas” que pretendían representarnos, sino que de individuos y colectivos organizados anárquicamente en torno o objetivos comunes que directamente enlazan con el programa comunista de abolición de todo tipo de poder separado y de sociedades de clases.

Mientras tanto, en el patio trasero del movimiento social, los reformistas actuales nos dicen que el problema son los restos de dictadura que aún quedan, y que debemos profundizar la democracia. De la misma forma, ayer decían que el problema no era el capital, sino el imperialismo. Que el problema no era el trabajo, sino la falta de planificación de la Economía. Pero ahora hacen evidentemente el ridículo.

Recordemos que el propio Lenin en 1919 decía que tenemos todo el derecho a usar la violencia para “derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia”. Es más, si queremos evitar la violencia que implica el funcionamiento “normal” de la economía autonomizada (30.000 niños muertos al día), la única manera es interrumpir el progreso, hacer que la sociedad del capital deje de funcionar.

Dado el incremento drástico de la criminalización de la lucha social, conducida por la prensa y TV burguesas y su policía fascista, es totalmente legítima toda respuesta enmarcada en la violencia proletaria -si bien en cada momento hay formas que son mejores que otras, y confiamos en que en el verdadero movimiento anticapitalista por el comunismo desde abajo esto es bien sabido-. Cada uno a lo suyo. Lo importante es empezar a golpear fuerte, y golpear juntos. Además de la “contra-represión” (nuestro derecho a defendernos a priori de la represión ejercida en nuestra contra por los proles desclasados que son los degolladores de verde y los de la PeDofIlia), ataques descentralizados en los barrios altos, irrupciones imprevistas en donde nadie nos espera, uso de artefactos adecuados para defenderse atacando (por ejemplo, grandes tiestos de pintura en las manifestaciones callejeras para ser usados contra quienes nos traten de disolver), etc. etc. etc. Pues el proletariado es por sobre todo creativo y emplea todas las formas de lucha, pero ahora ya.

Así que, ante un nuevo aniversario de una de las maniobras más violentas de la clase dominante en contra nuestra, recordamos a los luchadores caídos trayéndolos directamente a las luchas del presente.

“El curso general de la revolución proletaria es igual en todo el mundo: empieza a preparar inmediatamente la extinción completa de todo Estado” (Internacional Comunista, 1919).

CONTRA LA POLICÍA FASCISTA: PIQUETES COMUNISTAS

CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DEL CAPITAL Y POR EL COMUNISMO ANÁRQUICO: CREAR COMUNIDADES DE LUCHA, AMPLIANDO Y RADICALIZANDO LA NEGACIÓN EN ACTOS DE LA SOCIEDAD MERCANTIL Y AUTORITARIA.

Con amor y rabia,

R.A.P. (Redes por la Autonomía Proletaria)

jueves, 10 de septiembre de 2009

Los heroes están fatigados.

Nunca se me pasó por la mente ver, si quiera un documental hecho por el mismo MEO… acabo de verlo con un amigo de años en su casa. El gusto que queda es, que es fácil criticar y pontificar cuando estas dentro de la maquinaria política, y vives de lo que criticas.

O más bien el postulado central del documental ¿Por qué están allí los antiguos camaradas? Veanlo, y si quieren comenten… en realidad, produce más pena reflexiva que otras cosas. Eso si, uno extrañaría una segunda parte con Meo, siendo entrevistado ahora… viendose a si mismo como alguien que hoy por hoy pacta con la derecha, o tiene amigos en ella. El 2002, año en que se realiza él no los tenía, hoy si… no se tenía la farándula, ni los medios de comunicación… ¿alguien lo conocía como lo conoce ahora? No. Él no era tan relevante como lo es hoy... ¿y el tono pesimista? Es algo lógico.

Me pregunto yo, que sucede con algunos que hoy postulan una cosa y mañana otra totalmente distinta… ¿sobrevivir? Quizás, ¿ser pragmáticos? Puede ser, ¿buscar el éxito individual por sobre el éxito material? Lo más probable… me deja muchas dudas, a ratos existenciales… podemos permanecer en el mismo lugar siempre, ¿Qué pasará si un tiempo próximo se nos diga al postular a un trabajo… ud tiene carnet de su partido?... nos quedamos sin comer, o nos metemos al sistema…??? Llama la atención el tipo de control sicologico que el sistema establece.

Saludos a tod@s!




la sociedad del espectáculo- film y libro



















el libro: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/Societe.pdf


Me presento es mi primer aporte en en el blog, soy de tendencia situacionista. Comparto muchísmimas cosas que aquí los otros camaradas han posteado, así como también hay pocas cosas que no.
He decidido salir del pasotismo.
Saludos desde uruguay.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

No votar jamás.



Falta poco para que los señores del poder cirren el plazo para inscribirse en el Circo... en fin yo paso y ud?

martes, 8 de septiembre de 2009

Debord- comentarios sobre la sociedad del espectáculo

Me puse a conversar con un amigo de años de Puerto Natales. Hablamos acerca de un tema obvio de los últimos días, como lo son las sucesivas represiones en contra de manifestaciones y acciones subversivas. De vuelta a casa, me recuerdo de haber leído algo de Debord que tocaba justamente en parte nuestra conversación.

Preciso que Debord, en los momentos que escribe (1988, un poco antes de la caída del muro) es un verdadero profeta de la sociedad actual. Hoy el Estado no ha desaparecido, y vemos que parece perpetuo en cierta relación y pacto con el poder económico bajo las premisas de la visión neoliberal.

Tenemos más claro el cuadro, cuando miramos que los medios de comunicación no son más que parte del poder económico, y que se benefician de la publicidad del Estado y otras empresas. E inclusive va más allá… hasta la cultura… cosa para pensar.


V

La sociedad modernizada hasta el estadio de lo espectacular integrado se caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales que son: la incesante renovación tecnológica, la fusión económico-estatal, el secreto generalizado, la falsedad sin réplica y un perpetuo presente.

El movimiento de innovación tecnológica se inició hace mucho tiempo y es constitutivo de la sociedad capitalista, a veces llamada industrial o postindustrial. Pero, desde que ha alcanzado su más reciente aceleración (al día siguiente de la Segunda Guerra Mundial) refuerza tanto mejor la autoridad espectacular puesto que, por él, todo el mundo se descubre totalmente entregado al conjunto de los especialistas, a sus cálculos y a sus juicios siempre satisfechos sobre esos cálculos. La fusion económico-estatal es la tendencia más acusada de este siglo y se ha convertido, como mínimo, en el motor del más reciente desarrollo económico. La alianza defensiva y ofensiva pactada entre el poder de la economía y el del Estado, les ha asegurado a ambos los mayores beneficios en todos los terrenos: puede decirse que cada uno de ellos posee al otro; es absurdo oponerlos o distinguir sus razones y despropósitos. Esta unión se ha mostrado también extremadamente favorable al desarrollo de la dominación espectacular, que precisamente no ha sido más que eso desde el momento de su formación. Los tres últimos rasgos son los efectos directos de esa dominación en su estadio integrado.

El secreto generalizado se mantiene tras el espectáculo como el complemento decisivo de lo que muestra y, si profundizamos en el tema, como su más importante operación.

El solo hecho de carecer en lo sucesivo de réplica, ha dado a lo falso una cualidad nueva. Es a la vez lo verdadero que ha dejado de existir casi por todas partes o, en el mejor de los casos, se ha visto reducido al estado de una hipótesis que nunca puede ser demostrada. La falsedad sin réplica ha acabado por hacer desaparecer la opinión pública, que primero se encontró incapaz de hacerse oír y después, muy rápidamente, incapaz siquiera de formarse. Esto entraña, evidentemente, importantes consecuencias en la política, las ciencias aplicadas, la justicia y el conocimiento artístico.

La construcción de un presente en el que la misma moda, desde el vestuario a los cantantes, se ha inmovilizado, que quiere olvidar el pasado y que no parece creer en un futuro, se consigue mediante la incesante transmisión circular de la información, que gira continuamente sobre una lista muy sucinta de las mismas banalidades, anunciadas de forma apasionada como importantes noticias; mientras que sólo muy de tarde en tarde y a sacudidas, pasan las noticias realmente importantes, las relativas a aquello que de verdad cambia. Conciernen siempre a la condena que este mundo parece haber pronunciado contra sí mismo, las etapas de su autodestrucción programada.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Academia de Humanismo Cristiano.

¿Acaso el conocimiento es subversivo?, ¿Es una Universidad lo mismo que una bomba en la mano de un anarquista? No claro que no, entonces ¿Qué se busca en una universidad? encontrar a un profesor hablando de revolución. Sabemos que eso no pasa, la paranoia es más fuerte, las ganas de estigmatizar sin saber. Creo que podremos decir adiós a las universidades que tengan sujetos rebeldes. No comparto la violencia, ya que generá violencia por parte del poder, y los revolucionarios no tenemos aún la capacidad de hacer frente a ello. Para más remate estamos desunidos, y criticandonos por la espalda... yo estoy tomando un maté fuerte, recordando el año en que me fuí a Santiago a estudiar y me volví a Punta Arenas.

Tengo gratos recuerdos, de un vino en la mano y el manifiesto comunista en la otra con unos amigos solidarios. Tomando cerveza, llenado la cabeza de consignas de cambio social... ¿Qué tiene éso de malo? nada. No por culpa de unos desadaptados, debemos agachar la cabeza... Marcel Claude lo dijo bien en el Mercurio de ayer... que los unicos conflictivos son algunos anarquistas, solamente algunos. Ya que otros, están en sus casas okupas haciendo clases de tango antes de que llegue la PDI y los allane los perros de la prensa del sistema.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Izquierda cristiana, el che, el consejismo y tu hermana

Hace ya unos minutos atrás, comenzó un nuevo día. Es 4 de septiembre -39 años atràs alguien se recuerda que pasó?-, estoy cercano a terminar mi tesis, después de haberme tomado el quinto café del día, decidí reflexionar y pensar en un acontecimiento que hace poco se me vino a la cabeza.

Me recuerdo que hace algunos años atrás, un poco menos de 10 participaba en la Izquierda Cristiana (IC) de Punta Arenas. Por aquella época me separé después de que oportunistamente decidieron apoyar a Lagos. Como se puede ver en la imagen que incluyo. No miento. Más siempre me ha llamado la atención de ésa manía que tiene la izquierda extraparlamentaria de apoyar a la concertación; y después tener que soportarlos en las marchas quejándose del sistema neoliberal. Me parce risible, ya vamos por la tercera que pasa aquello.

Por otro lado, me recuerdo bien poco de lo que nos decían en la IC. Para mi hermano, en esos años, la IC y el PS eran casi igual...si hasta marchaban juntos, y aún lo hacen. Recuerdo cosas así, en otros tiempos. Quizás más fríos, más helados, y con más oportunidades que hoy. De ése mal sabor de boca, y después de quitar el póster de Camilo Torres; al que cambié por el Che, para después cambiarlo por los pensadores consejistas y su autonomia proletaria, que hoy por hoy parece tener las manos menos manchadas, aunque hay algunos por ahí un poco extraños, ya me referiré a ellos en su momento… por mientras finalizo de terminar de hacerme un sexto café…

a por cierto, no sé si les parece conocido el tono de éstas declaraciones; ya me recordé que algo había visto en esos tiempos:

http://www.geocities.com/CapitolHill/4272/

¿POR QUÉ LA IZQUIERDA CRISTIANA ESTÁ CON LAGOS?

Carlos Donoso
Presidente IC

Ante todo, conviene recordar que la posición adoptada por la Izquierda Cristiana ante la elección presidencial realizada en diciembre pasado consistió, básicamente, en no participar en el proceso electoral. Vale decir, no apoyó a ninguno de los candidatos.

Manifestó entonces la IC que su participación en los procesos electorales sólo tenía sentido si éstos contribuían a fortalecer la demanda central del cambio constitucional y la prefiguración de una auténtica alternativa de construcción de una nueva sociedad. Y esto no estaba ocurriendo en esa elección.

En efecto, no se había logrado un acuerdo entre los sectores alternativos al sistema neoliberal.
En cambio, la forma poco participativa en que se habían gestado las diversas candidaturas contrapuestas al neoliberalismo no facilitaba el avance en lo que la IC creía (y sigue creyendo por cierto) indispensable: “construir un amplio movimiento capaz de sustituir el actual modelo económico”.

La IC anticipó, además, que la “amplia participación con que contó el proceso de las primarias de la Concertación y el mayoritario apoyo obtenido allí por Ricardo Lagos” habían “debilitado las posibilidades de adhesión popular a las candidaturas alternativas” y que estas candidaturas no serían “capaces, en su conjunto, de representar un avance en la perspectiva de construir una verdadera alternativa al modelo imperante”. (Declaración del 1 de agosto de 1999)

Pues bien, el resultado de la elección presidencial realizada el domingo 12 recién pasado, aparte de confirmar los pronósticos de la IC en el sentido señalado, creó un nuevo escenario electoral y político.

La alta votación alcanzada por Lavín es una indicación clara de que existe una probabilidad real de que la derecha, mediante una victoria electoral, retorne al gobierno de nuestro país y que pueda sumar así, otra vez, este importante centro de poder a sus ya históricos y abundantes recursos económicos, culturales, políticos y militares, mediante los cuales ha realizado todo tipo de atentados a los derechos humanos y ha impuesto un modelo económico que perjudica a la mayoría de la población, aunque muchos lamentablemente no lo vean.

No cabe duda que todo ello representa un nuevo hito en el proceso de derechización que se ha estado dando en nuestro país y un nuevo retroceso de los sectores de izquierda y alternativos al neoliberalismo.

Por otra parte, la baja votación obtenida por los candidatos Gladys Marín, Tomás Hirsch y Sara Larraín pone de manifiesto, una vez más, que los sectores de izquierda o alternativos no tendrán posibilidades de constituir un poder real en la sociedad si, como la IC lo ha dicho reiteradamente, se mantienen dispersos, si no logran articularse en un amplio movimiento político, si no mejoran sus métodos y sus formas de relacionarse con la gente.

La Concertación, por su parte, corre el peligro de ser derrotada a consecuencia, entre otras cosas, de los errores cometidos en la conducción más bien tecnocrática del gobierno, de la política de concesiones frente a las posiciones de derecha y de la falta de decisión para romper con el modelo de sociedad heredado de la dictadura.

Ante la segunda vuelta de la elección presidencial que se avecina, en la que se enfrentan sólo dos candidatos –el representante derechista y el de la Concertación- lo que interesa es, pues, derrotar a la derecha, impedir que retorne al gobierno y evitar así que consolide aún más su predominio antidemocrático y antipopular. Esto significa, por otra parte, buscar la mantención de condiciones más favorables, al menos, para continuar abriendo caminos hacia una mayor democratización de nuestra sociedad.

Bajo esa perspectiva, para las fuerzas de izquierda y alternativas al neoliberalismo, a las cuales la IC pertenece, resulta razonable y necesario apoyar la candidatura de Ricardo Lagos, pese a las diferencias que con él existen y considerando el carácter básicamente democrático de los sectores que representa.

Dicho apoyo se expresa con plena autonomía y pensando en que lo importante, más allá de esta elección, es crear mejores condiciones para reconstruir, con un pueblo desengañado de las ilusiones y las promesas populistas de sus mayores opresores, la lucha por lograr, conforme a los valores e ideales cristianos y humanistas de siempre, que todas las personas puedan, apartándose de las tendencias egoístas y competitivas que el liberalismo fomenta, desarrollar una vida comunitaria, digna y trascendente.